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miércoles, 21 de agosto de 2013

Capítulo 35

¡Holap! :)

Aquí os dejo el capítulo 35 y mañana Marvin seguramente subirá algo del cine, según me ha dicho él x]
Espero que os guste! No olvidéis comentar, please!


Capítulo 35: Pequeñas ayudas

Me siento sobre una roca grande llena de musgo. Éste hace que sea cómoda y esté algo blanda. Cojo de la mochila solamente el sándwich y lo desenvuelvo un poco. Justo cuando le voy a dar el primer bocado al sándwich con un filete dentro (mi favorito, Niall ha dado en el clavo) veo de refilón algo moverse en el suelo. Y entonces, lo veo. Al principio no caía que es, pero luego sí. La cojo con cuidado. Es una serpiente bastante larga y su piel por debajo es como una hoja larga, mientras que la parte de arriba es de musgo y no de escamas, excepto la cabeza todo lo demás es musgo. No me hace nada, le acaricio la cabeza que es igual que la parte de abajo del cuerpo y con su pequeña lengua me hace cosquillas en los dedos.
-Increíble-musito y la dejo en el suelo y la sigo con la vista mientras se aleja. Empiezo a devorar mi cuadrado sándwich que está bastante rico mientras miro lo que me rodea. A parte de todos los animales que he visto antes de aspecto raro, también los hay normales: una comadreja, algún que otro papagayo blanco, algunos erizos e incluso una pequeña familia de perdices, con la madre en cabeza y sus crías detrás. Este lugar es maravilloso, un pequeño paraíso donde animales y otros... seres, viven felices. Mientras me como la mitad del aperitivo (la otra mitad la dejo para más tarde), veo algo moverse entre la corta hierba del suelo. Dejo de masticar y me trago el trozo directamente.


Entrecierro los ojos y miro el lugar en el que se ha movido la hierba. Una cara asustada aparece por detrás de un poco de hierba. Después otra y luego otra. Son tres y se acercan a mí primero andando y luego volando un poco. Son hadas. Todas tienen la piel muy pálida, orejas puntiagudas, son muy delgadas y van casi desnudas y tienen grandes ojos. Van vestidas con una pequeña falda y una pequeña camiseta que deja al descubierto su delgada barriga, además, de sus espaldas, tienen unas pequeñas alas transparentes y parecen ser muy finas y no pesar nada. Cada una de ellas debe de medir más o menos el pulgar de la mano.
Una de ellas va vestida de azul del mar (tanto ojos, ropa y sus alas tiene un tono parecido), otra va de color morado, pero sus alas son de un amarillo fuerte y la tercera, va vestida de verde oscuro y sus alas tiene un tono marrón. Se acercan a mí, nerviosas y con caras de asustadas y se miran entre ellas sin tener quietos los brazos. La de tono marrón mira a la azul y luego, ésta última me mira y sonríe enseñando sus diminutos dientes. Llegan a mí y se apoyan en mi rodilla y un poco felices y relajadas y yo guardo tranquilamente y con movimientos lentos mi bocadillo en la mochila, para no asustarlas.

Pienso un instante: ellas deben de vivir aquí posiblemente, años. ¿Habrán visto la nave o algo “raro”? No deben de hablar, y si lo hacen, no conocerán mi idioma. No pierdo nada por probar hablar con ellas.
-Me llamo Noa-digo despacio.
Las tres se miran de nuevo con cara asustadas, pero no tanto como antes. Las tres pequeñas hadas, empiezan a hablar con una voz cantarina, pero no en mi idioma. Mezclan sonidos, letras y toda clase de manera de hablar. La de color azul tiene una voz que me recuerda al oleaje del mar; la de verde a las hojas de un bosque en movimiento y la de morado suena como relámpagos. Quizás sus pequeñas voces y apariencias tengan que ver con sus poderes, si es que tienen. Las tres terminan de hablar y me miran sonriente. Quieren hablar conmigo, pero no sé qué decirles. La de morado entristece un poco, pero en seguida se alegra y me habla en su idioma. Dice algo y después contesta la de verde y luego la de azul. Se presentan.
-Lo siento. No hablo vuestro idioma-digo un poco más rápida que antes y las tres entristecen. Quizás me hayan entendido.
Tengo una idea. Quizás con un dibujo en la tierra me entiendan mejor. Me cuelgo la mochila y cojo a las tres hadas que se dejan llevar entre mis manos y me acerco al lago, donde la orilla es tierra húmeda pero dura y se puede dibujar bien. Pongo a las tres hadas en el suelo y busco un palo fino y me arrodillo junto a ellas. No soy Picasso ni Murillo, pero al menos, supongo que mis dibujos se entienden. Empiezo poniendo Noa en la tierra y dibujo una flecha señalándome. Ellas lo pillan y dibujan sus nombres. No entiendo su letra porque son símbolos rarísimos. Ladeo la boca y niego levemente la cabeza en señal de que no las he entendido. Pinto una cara callada (la mía) y tres hablando (ellas). Sobre esas tres cabezas, dibujo un bocadillo que salen en un cómic y dibujo algún símbolo que ellas dibujaron antes al escribir sus nombres. Directamente, tacho ese bocadillo y dibujo sobre mi cabeza un signo de interrogación en muestra de que no entiendo su idioma.
Las hadas hablan entre ellas y luego se entristecen y la de verde asiente con la cabeza. Lo han entendido, así que les sonrío. Borro con el puño todo el dibujo y ahora lo que represento en dibujo es el Bosque del Eucalipto, dibujando tres árboles así un poco churros. Un poco hacia un lado, dibujo una especie de ovni y lo rodeo con un círculo y señalo con una flecha hacia el bosque y encima del ovni, un signo de interrogación, en pregunta de que si han visto un ovni (refiriéndome a la nave) dirigiéndose hacia aquí.


Las tres hadas se miran entre ellas, sonríen y comentan algo. Luego se elevan un poco y me pongo en pie, sacudiéndome la tierra de las rodillas y de las manos. La hada de color azul me hace un movimiento de brazo para que las siga y directamente, asiento con la cabeza. Sus alas se mueven rápidamente y dejan tras de sí un pequeño brillo dependiendo del color de cada una. Llegamos en pocos minutos a un pequeño claro y éstas se paran sobre una roca pequeña. Frunzo el ceño y una de ellas niega con la cabeza. No es aquí. La de color morado silva bastante fuerte y en pocos segundos, aparece un pequeño zorro (una cría) y las tres hadas se montan sobre él. Empezamos a andar. Las tres pequeñas hablan entre ellas alegremente, han cogido mucha confianza en mí y ya que saben que no las entiendo, aprovechan y hablan entre ellas. Pero me preocupa que me hayan entendido mal o que en verdad, sean malas y no buenas (que es lo que aparentan, que son buenas) y me vayan a meter en algún lugar malo o me vayan a hacer algo. Aunque esto último sea casi imposible, ya que soy muchísimo mayor que ellas y puedo dañarlas con cualquier cosa que les haga, sin tener que usar mis poderes de congelación.

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