Antes de ayer, cambié el diseño del blog, espero que os guste ahora como está :3
Quería subir este capítulo ayer, o al menos, dejarlo programado para que se publicase solo ayer, pero no, yo soy la mentalmente desorientada, así que lo programé para el 20 de agosto xD Bueno, de todos modos, aquí os lo dejo y siento mi error xD
Recuerdo que este capítulo es algo largo, así que os llevaréis un ratillo más de lo normal al leerlo, por eso lo quería publicar ayer, porque ayer no estuve en casa durante todo el día y... en fin. Jaja.
P.D.: Pincha en más información para leer el capítulo.
Capítulo 29: La cena
Me siento entre Josh y una
silla que el alcalde ha dicho que está reservada para su hija (tiene un hijo
también). Aún sigo contemplando la gran sala en la que estamos: una de
increíble altura que aquí se podrían mover con comodidad Dragnus, una sala con suelo de parqué con un tono más claro que
el del recibidor y paredes también de parqué, del mismo color que el suelo del
recibidor. Hay más cuadros, pero no de pintores famosos, y una chimenea en la
que se quema madera y da un tono acogedor a la sala. La mesa en la que se ha
servido la comida, es larga, pero para unas quince personas o veinte, de
sillones de respaldo altos y posa brazos y de asiento blando y cómodo. Frente a
mí, se ha sentado Daniel y al lado de él, Niall. Al otro lado se sienta el hijo
del alcalde, y al lado del hijo la mujer. Al final de la mesa, el alcalde,
luego Josh, luego yo, la hija y Cat. La cena de cada uno está tapada con
tapaderas de plata, sobre un mantel blanco que tapa toda la mesa. Hay cuencos
de frutas, queso, pan y todo tipo de comida. Excepto dulces. ¿Lo dejarán para
el final? En pocos minutos, entran en la sala una niña delgada y un poco alta,
de pelo amarillo como el trigo y con unos tirabuzones que le caen sobre los
hombros, con un vestido de manga larga
de color naranja claro. A la niña le sigue un niño más pequeño, algo regordete
y bajito de pelo oscuro peinado hacia un lado y vestido con unos vaqueros y un
jersey. Debe de ser el hermano pequeño. Ambos se dirigen corriendo hacia su
padre, le dan un beso en la mejilla y se sientan en sus sitios: la niña junto a
mí. Luego, entra la madre: una mujer de la altura del alcalde, regordita y con
un pelo largo y liso del mismo color que el de la hija, con un vestido negro
que recalca bien su silueta y con collares en el cuello. Y toma su asiento.
Unos camareros entran y
destapan la comida: el primer plato es sopa de verduras y huele bastante bien.
-Para empezar-dice el
alcalde-muchas gracias por haber asistido ante mi inesperada llamada. Quería
hablaros de un asunto que nos interesa a todos, pero antes, saciemos nuestra
hambre con el primer plato y antes de que traigan el postre, os
explicaré-anuncia. Luego chasquea los dedos y dice:-Se me ha olvidado
presentar; 4H, ellas es mi mujer Denny, mi hija mayor Luna y mi hijo pequeño,
Dan. Luna tiene cierto interés en tus poderes-dice el alcalde mirándome y yo
miro a la pequeña Luna que me mira con sus grandes ojos marrones y le
sonrío.-Dan es un torbellino de nervios y todo lo que haga su hermana lo hace
él. Le encantáis.
-¡Culo veo culo
quiero!-grita Luna con voz dulce a su hermano pequeño mientras este le saca la
lengua.
Tras el tradicional “que
aproveche” me empiezo a tomar la sopa a sorbos y una vez terminada, nos ponen
un plato de filete empanado con una salsa que nunca he visto y un poco de
pollo. Todo muy rico y parece que los cocineros se lo han currado. Josh habla tranquilo
con Denny y su marido, mientras que Cat y Niall hablaban y Daniel se
entretenía haciendo reír al niño o al revés. Luna me habla de su colegio, de
que es muy buena con las matemáticas y que por la tarde da clases de piano y
violín. En resumen, una niña pequeña superdotada, seguro. Pero es agradable y
aparenta a simple vista una niña pequeña malcriada. Luna me ha tocado varias
veces en el brazo y eso me ha producido dolores y he evitado hacer muecas de
dolor mordiéndome la lengua y frunciendo un poco el ceño, aunque ella no
parezca que lo haya notado. Pero Daniel sí y me lanzaba miradas preocupada.
-Un poco de silencio-pide
el alcalde haciendo suaves sonidos con el tenedor y una copa.-Quería decir lo
importante. Niños, ¿podríais salir un momento del cuarto con mamá?-pregunta,
mientras la madre suspira y se levanta marchándose de la sala con los niños.-La
agencia meteorológica captó el otro día haciendo unas fotos una especie de nave
dirigiéndose hacia el Bosque del Eucalipto.
Trago saliva. Y bastante.
-¿El otro día?
¿Cuándo?-pregunta Cat.
-Bueno, ya que ella no es
la verdadera Noa-dice mirándome-la agencia de meteorología lo vio el día que en
que desapareció la otra Noa. La verdadera-dice y ahora no soy capaz ni de
controlar la respiración.
-¿Y cómo sabe que ella no
es la verdadera Noa?-pregunta Niall.
-Porque se lo dije yo, el
otro día, en la fiesta del Día Invernal-comenta Josh serio mirando al plato.-Y,
con eso, ¿qué pretende?
El alcalde tose un poco y
sigue.
-La mayoría de los votos
posibles va en que, seguramente, esta Noa se tenga que ir algún día a su vida
de la que haya... venido-dice y miro al alcalde con los ojos muy abiertos
mientras siento que Daniel me mira.-He estado hablando con algunas personas
importantes sobre el asunto y pensamos que esta Noa volvería a su vida una vez
que hayáis salvado a la verdadera. Ahora, si queréis estar más tiempo con esta
Noa y esperar más a salvar a la verdadera, no digo nada. Pero, ¿quién sabe lo
que le estarán haciendo ahora a la otra? Es algo que nos inquieta. Por eso, no
por seguridad de nada, ni por desprecio a esta Noa, creemos que es mejor que
busquéis, encontréis y salvéis lo antes posible a la otra Noa.
Las piernas me empiezan a
temblar bajo la mesa y aprieto los puños. Han visto la nave que se dirigía
hacia ese bosque, como me había dicho Billy en la nota. Los niños entran de
repente gritando “¡El postre, el postre!” pero a mí me da igual, sólo quiero
volver al edificio cuanto antes, hablar con Dragnus y dormirme tranquila.
Aunque... espera, dejaré que Dragnus intente hablar conmigo. Dejo mi mente
tranquila y Dragnus entabla conexión conmigo.
-Hola Noa. ¿Cómo va esa
cena?
-Pues no hay mucho que
perderse. Conocer a la mujer y a los hijos y hablar de un tema importante.
Necesito que me tranquilices.
-Hum...-dice
mentalmente y oigo a lo lejos un pequeño gruñido mental.-Necesito que me
cuentes ese pequeño 'problema' si es que lo es.
-Demasiado tiempo para
explicártelo. Luego te lo contaré-le digo al notar que el joven que nos ha estado sirviendo pone bandejas sobre la mesa, y corto la
conversación bloqueando de nuevo mi mente.
No me había dado cuenta,
pero ya habían puesto todo tipo de postres y dulces sobre la mesa: turrón,
chocolate blanco y negro, dulces, tartas de muchos sabores, vasos con
granizados, helados...
-¿No tienes hambre?-me
pregunta Luna. A ella no se le puede mentir cuando te mira a los ojos.
-Es que acabo de terminar
de hablar con Dragnus, mi dragón-le digo con una sonrisa.-Para ver si todo iba
bien en el edificio.
-¿Dragnus?-exclama ella
dejando de beber de un granizado.-¿Ese dragón blanco tan bonito que a veces se
ve por el cielo?
No puedo evitar soltar una
risita.
-No, no. Ese blanco es una
dragona y se llama Snowfall, es de Daniel. Mi dragón es el verde.
-Ah. A mí me gusta más el
blanco-dice y le da un sorbo.-Pero el verde también es bonito.
Me como un trozo de tarta
de nata y creo que galleta, un poco de turrón (aunque no tanto) y finalmente,
un granizado de limón. Está muy frío y me entra un poco de dolor de cabeza,
seguido por dolores en los brazos y sobretodo en la espalda. Llevo demasiadas
horas sentada. ¿Dos? ¿Tres? ¿Cuatro? Noto pequeñas patadas bajo la mesa, pero
no sé quién es. Miro a Niall: imposible, está entretenido comiendo un trozo de
tarta muy grande de chocolate. ¿Dan? Tampoco, se zampa lentamente un helado de
vainilla y parece comérselo lentamente para saborearlo con más tiempo, a pesar
de que tiene ahí mucho. El que me queda, Daniel, que me mira con el ceño
fruncido y una mirada de nuevo de preocupación. Hago una sonrisa, aunque falsa.
Necesito ir al aire libre.
-Necesito salir al aire
libre y estirar las piernas un poco-comento poniéndome en pie y captando la
atención de todos.-Demasiadas horas sentada. Si me disculpan, saldré unos
minutos.
-No problem!-me
dice Dan con un tono de inglés perfecto.
-Si sigue este pasillo,
llegarás a una terraza sin techo. Es agradable. Puedes quedarte allí todo el
tiempo que quieras-me dice la mujer del alcalde y asiento con la cabeza.
Salgo por la puerta y sigo
las indicaciones de la mujer y llego a la terraza: un lugar de paredes blancas
con columnas que parecen sujetar el techo y de suelo... ¿arena? Me agacho y la
toco: sí, arena fina y clara de playa. Tiene arriates que rodean la zona y en
el centro, una fuente redonda con dos ángeles desnudos, uno con una trompeta y
otro con un pequeño arco, echan agua desde sus bocas, como si sus voces
angelicales fuesen en el agua. Además, hay bancos de sillón blando para
sentarse. Me quito las sandalias y ando por la arena hasta llegar a un banco no
muy cercano a la entrada. Cierro los ojos, y disfruto de la soledad. Se está
muy bien aquí, un lugar ideal para leer o relajarse. Además, la arena en los
pies haces que te sientas genial. Extiendo los brazos hacia los lados sin
llegarlos a levantar y los dejo así. La espalda me duele menos y en los brazos
ya no siento las quemaduras horribles. Oigo unos pasos que se acercan y abro
los ojos, pero no veo a nadie hasta que noto que una mano me sube suavemente la
tela del brazo. Me estremezco al sentir la mano cálida y algo de frescor en el
brazo.
-Lo tienes peor: más
rojo-me dice él.-Podrías coger fiebre.
-Y tú, ¿cómo sabes todo
eso?
-Porque...-traga saliva-mi
hermana pasó por ahí y murió-dice y le miro con tristeza. ¿Tenía hermana?-Murió
a los once años. Se fue a ese bosque tras una discusión conmigo, y por mi
culpa, cogió estas marcas y se murió porque tuvo una fiebre alta a causa de las
heridas. Todo fue culpa mía.
Me quedo callada, y le intento consolar pasándole una mano por la espalda, pero me duele al hacerlo y la aparto.
-No fue
culpa tuya. Sólo un accidente.
-Dime, ¿no te sentirías tú
igual si le ocurriese eso a tu hermano?
-Ahora está lejos de
aquí...-le digo, mirándome los brazos.-Están horribles.
-Te lo he
dicho-dice.-Deberíamos buscar alguna forma de curar-dice con un tono más
preocupado que sus miradas de antes y me coge de nuevo del brazo.-Quizás
podamos bajar el color del rojo con algo frío-me dice mientras su mano se pasa
por las marcas y hace que me estremezca.-Me preocupas porque me gustas y no
quiero que te pase como a mi hermana.
Le gusto. Yo ciega y sin
darme cuenta, pero solo logro decir:
-No me va a pasar lo que
le ocurrió a ella.
Él suspira y en breves
segundos, me dice:
-Venga, son más de las una
y creo que la comilona ya se debería de haber acabado. Volvamos a casa.
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