Hoy hago un año con este blog! :D Estoy muy contenta. Quería daros las gracias a todos los lectores y fans de mi blog. Sé que muchos de ustedes visitáis este blog sólo para ver los vídeos del Rubius (algo que me decepciona un pelín, pues este blog iba expresamente dedicado a mis historias), pero al fin y al cabo, sois lectores del blog. También dar las gracias a todos aquellos que me apoyaron desde el inicio y tengo la fe en ellos en que seguirán leyendo mis historias :')
En serio, muchas gracias a todos.
El otro día conté las visitas que tienen mis libros y... bueno, vi que aumentaron notablemente (como dije). Hoy, como dije en una entrada, quiero poneros el capítulo 1 de todas las historias que están publicadas y además, poneros el primer capítulo de adelanto de las historias que darán sus letras por aquí próximamente :3 Síp, el primer capítulo de mis historias nuevas que estoy escribiendo, a ver si os gusta ;)
Finalmente, dar las gracias a los 41 seguidores que tengo y espero que tanto ellos como los nuevos que vayan viniendo, se diviertan en este blog :3
Como la entrada va a ser muy larga, pinchad en "más información" para leer los capítulos :)
1.-La aprendiz del
vampiro
Capítulo 1Me levanté por la mañana un poco cansada porque la familia Joans estaba de obras en la casa, estaban ampliando la cocina. Era una familia rica, ya que le había tocado dos veces la lotería. Una familia con suerte en el dinero. Esa mañana mi padre estaba en casa. Es raro, normalmente estaría trabajando en la empresa.
-¡Kat!-me dice mi madre-buenos días. Tenemos que darte una gran noticia-me dice entusiasmada. Yo le echo una mirada a mi padre y él me dedica una simple sonrisa de vergüenza.-¡Nos mudamos!
-¡¿Qué?!-grito-¡¿por qué?!
-A tu padre le han destinado a New York. Su empresa está aumentando por momentos y se tienen que expandir. Tu padre se convertiría en jefe de la empresa en New York y...-la corto en el instante.
-¡Tendré que aprender más cosas!-le digo, refiriéndome a un idioma.-Me cuesta mucho los idiomas, encima, tendré que hacerme nuevos amigos y tendré que ir a un instituto nuevo, con seguramente, nuevas asignaturas-les digo.
-Sí, pero mira el lado bueno.
-¿Qué lado bueno, mamá?
-Aprenderás nuevas costumbres, un nuevo idioma, nuevas cosas
-Tendrás que hacer nuevos amigos, claro. Pero te adaptarás fácilmente-dice mi padre.-Encima, me subirán el sueldo. Tendremos una casa más grande y quizás, criadas.
-Quizás-replico.-No me gusta la idea.
-Habrá playa...-dice mi madre, con tono de convencerme, pero no es así.
-Cómo si aquí no hubiese
-Aquí hay, no hayamos dicho que no haya, pero aquí, las temperaturas son más altas que allí. Allí hará fresco y no iremos a menudo.
-Estás bien informada-le digo a mi madre con una mirada asesina.-Bueno, lo tendré que consultar con mi interior...
-Tienes cinco días como mucho-me dice mi padre.
Asiento con la cabeza y me levanto, lista para ir al instituto. Preparo la maleta. La idea de mudarme me atrae, porque podré conocer a gente nueva, también aprenderé más cosas de las que sabía. La parte que me horroriza es que nunca volveré a ver a mis amigos, ni podré volver a mi lugar de origen, porque nunca sabremos cuando le darán las vacaciones a mi padre; igual se las dan en mitad del curso escolar... ¡Qué no, qué no!
Me despido de mis padre y me voy hacia el instituto. Hoy voy temprano, raro, pero es cierto. Por el camino, voy sola, meditando sobre las cosas de la mudanza, las cosas buenas y las cosas malas. No sé cómo se lo diré a mis amigos y a mis amigas... Voy cruzando el puente que dirige al instituto y me encuentro a Debbie, mi mejor amiga.
-Hola Kat-me dice.
-Hola Deb. Tengo que comentarte un asunto...-le digo con una cara triste-ahora que estamos solas.
-¿Es algo malo?
-Depende de qué punto de vista lo veas
-Venga vale, cuenta.
-A mi padre lo han destinado a New York y por mucho que yo no quiera me tengo que ir con él y mi madre.
-Estás de coña... ¿en serio? ¿Me lo juras?
-No, es verdad. Te lo juro. Yo no me quiero ir...-le digo mientras una lágrima me baja por la mejilla.
-Es que no te puedes ir. ¿Y el instituto? ¿Y los demás? ¿Y por qué a New York?
-La empresa está aumentando por momentos y quieren llegar lejos expandiéndola por lugares lejanos. Mi padre es uno de los empleados más fieles del jefe y si se va a New York, será el jefe de la oficina que monte allí
-Pero puede rechazar el contrato-dice mi amiga, con la cara llena de ideas para que me quede. Niego con la cabeza.-Mierda, ¿ya lo ha firmado?
-Sí
-Y tiene que ser New York...-me dice triste.
El resto del camino no hablamos, yo ya me he tranquilizado contándoselo. Se le veía afectada, y mucho. Éramos las mejores amigas desde que nacimos y ahora me tengo que separar de ella.
-Míralo por el lado bueno-me dice-podrás descubrir más lugares y nuevas lenguas...
-¿Sabes? Te pareces a mis padres... además, para mí ya es algo "bueno" pero... ¿y para ti?
Las demás clases pasan normales hasta la salida. Debbie me da una nota y me dijo que
la leyese en casa. No me podía resistir y mientras cruzaba el puente, vacío cómo siempre, abro el trozo de papel que estaba doblado a la perfección.
Kat, no pasa nada. Si te tienes que ir es que te tienes que ir. Yo lo soportaré, pero quiero que estés tranquila porque quiero que sepas que no tendré una mejor amiga como TÚ. Vete a New York, ya hablaremos
Al leer la nota me hace llorar y dos lagrimones me salen de los ojos. Esa noche no cené y el resto de la semana lo pasé fatal guardando mis cosas de los cajones. Decidí dejar fuera mi peluche favorito: Mie, un gatito blanco y peludo. Mi último día, mis padres me dicen que si quiero, puedo ir a despedirme por una última vez de Debbie. Yo acepto encantada, subo a mi habitación, cojo mi peluche y cojo calle arriba en dirección a la casa de Debbie
2.-Mis Juegos del
Hambre
Capítulo 1
Me levanto con el
corazón a cien por hora, he tenido una pesadilla. Pronto se acerca el Día de la
Cosecha de este año y lo que he soñado es que salía de tributo. Me quedo
tumbada en la cama, pensando en que ocurriría si saliese tributo... Estuve unos
minutos tumbada hasta que me calmé, el corazón latía a su ritmo normal y
después, me metí en el cuarto de baño. Aún eran las seis de la mañana cuando
salí del servicio, y no tenía ganas de dormirme un rato más, por miedo a que
aparezca la pesadilla de la que acabo de despertar. Me vestí con ropa cómoda
porque necesitaba ir a la Pradera, es el lugar más tranquilo de mi Distrito. En
mi Distrito hay algunas fábricas en la que se dedican a trabajar los vehículos.
Porque en mi Distrito nos dediquemos al transporte, no tenemos ni un sólo
coche, ni una moto... Sólo tenemos la estación del tren, en el que se paran
algunos trenes para repostar o trenes que están averiados y los tenemos que
arreglar. Sólo vemos algún coche u otro vehículo cuando en el Capitolio se
estropeaban. Los Distritos que están cerca del mío, son el 2, el 11 y el 4. El
Distrito 11 trabaja la agricultura, y es el Distrito más grande de todos.
También tenemos cerca el Capitolio, por eso nos dedicamos al transporte, porque
vivimos cerca de él. En el Distrito 4 se dedican a la pesca y el Distrito 2 se
dedican a proveer bloques de piedra y herramientas de talla.
Salgo de casa y
me dirijo a la Pradera. Hay personas en mi Distrito que son adictos a la
morflina, que es una especie de droga que se ve mucho por mi Distrito. Mi madre
se separó de mi padre porque era adicto a esta especie de droga, por eso, yo
ahora vivo sola con mi madre, no tengo hermanos. Para ir a la pradera, tienes
dos caminos; el primero es el más largo tienes que ir a la plaza del
Ayuntamiento, que justo en frente está el Edificio de Justicia, a parte, tienes
que pasar varias calles largas. El otro camino es el que yo siempre cojo, el
más corto, pero para ello tienes que haber estado viviendo en este Distrito
desde años, porque hay algunas personas que no son capaces de memorizar las
calles que hay que coger y se pierden. Yo de pequeña, iba con mi padre a la
Pradera y siempre cogía el segundo camino. Hay callejones estrechos que
conducen a otras calles, es como un laberinto. En casi media hora, ya estoy
sentada en la Pradera, que sólo tiene algunos cuántos árboles. Al lado de la
Pradera, está la alambrada, que es una red bastante alta (de unos 6 metros de
altura y a parte de que rodea todo el Distrito) que está la mayoría de las
veces electrificada, porque al otro lado hay un enorme bosque, lleno de
animales salvajes (ciervos, conejos...) y cazarlos está contra las leyes.
Recuerdo una vez en la que un hombre tenía a su mujer a punto de morir de
hambre y excavó bajo la tierra que hay junto a la alambrada para colarse y cazar.
Un agente de la paz, lo vio volver con varios conejos cazados y estuvieron a
punto de ahorcarle, pero éste le perdonó la vida y le dejó que se llevase los
conejos.
Me tumbo en el
verde campo y miro al cielo, que tiene un tono celeste. Me quedo allí tumbada,
pensando en mi pesadilla. ¿Será verdad que saldré en estos Juegos
del Hambre o ha
sido solamente una pesadilla normal? Muchos niños sueñan que salen como
tributos, yo lo soñaba cuando era más pequeña y me despertaba llorando y mi
madre venía para cogerme entre sus brazos y tranquilizarme. Me acompañaba cada
vez que tenía esa pesadilla y se quedaba sentada en el borde de mi cama hasta
que estuviese de nuevo dormida. Este año se celebran los 68º Juegos del Hambre,
que exactamente empieza la semana que viene. Cierro fuertemente los ojos porque
no soporto la idea de que mi nombre salga de aquella urna. Los abro de nuevo y
veo como dos sinsajos vuelan camino del bosque. Los sinsajos es una nueva
especie de ave del Capitolio. Un año, los Distritos se revelaron contra el
Capitolio y éste creo los charlajos, que eran capaces de memorizar cualquier
conversación humana, de ese modo, el Capitolio se enteraba de los planes de los
rebeldes. Cuando éstos se dieron cuenta, empezaron a conversar de manera falsa,
mientras que tenían otro plan en mente. El Capitolio se dio cuenta y
abandonaron a todos los charlajos. Estos pájaros se aparearon con las hembras,
las sinsotes y de ahí salieron los sinsajos. Los sinsajos también son capaces
de memorizar algunas cuantas notas y se callan para oírlas y memorizarlas.
Me incorporo poco
a poco hasta que logro sentarme. Ya es hora de que vaya a casa, mi madre debe
de estar levantada y puede que preocupada, aunque creo que sabe dónde estoy. Me
levanto y ando hacia mi casa, cogiendo de nuevo el camino de antes, el más
corto. Antes de adentrarme en las estrechas calles, me detengo y lo pienso
mejor, para echar el paseo iré por el camino largo. Me doy media vuelta y
empiezo a andar. Al cabo de unos minutos, ya estoy en la plaza del Ayuntamento
y veo que hay personas que están preparando el escenario, la gran pantalla, las
cuerdas donde se clasifican los niños... Me entra en escalofrío por la espalda
y salgo corriendo de allí para no tener esa idea en la mente. Por el camino me
encuentro a hombre y algunas mujeres que van de camino hacia las fábricas para
trabajar, en este Distrito, cualquier trabajo (cuidar la casa de otra persona,
trabajar en las fábricas...) sirve con tal de conseguir un poco de comida o
algo de dinero. Por fin llego a casa y veo que mi madre está en la cocina,
bebiendo té. No me dice nada cuando llego, porque se imagina donde he estado.
-¿Otra
pesadilla?-me pregunta, dejando de ver y yo asiento con la cabeza. Ella se
levanta y me da una taza de té. Está caliente y me la voy bebiendo despacio.
Cuando ya he terminado de beber, pongo la taza en el fregadero. Mi madre ya se
había ido a trabajar, se queda de niñera con algunos niños. Me quedo allí de
pie al lado del fregadero pensando en qué hacer hasta que llaman a la puerta.
3.-Annie y el ladrón de los objetos
Capítulo 1: El instituto
Me
levanto gracias a mi padre, que me llama a voces desde el piso de abajo.
-¡Annie!
¡Annie!-me grita mientras entra por la habitación.-¿Es que no te has enterado?
Me
levanto de mi cama y poco dormida. Hoy es el primer día de clases, septiembre,
una vez más el instituto empieza de nuevo y yo avanzo un curso más. Mi amiga
Patricia me llamó ayer para quedar, pero me negué rotundamente no tuve motivos
para explicarle la verdad porque era simplemente que no tenía ganas. Así que le
conté que mis padres me habían castigado, y hoy iba a venir a pedir
explicaciones.
Mi
padre se va y me visto con algo de ropa de invierno, porque en Minnesota las
temperaturas son un poco bajas, por no decir bastantes. Me pongo unos
pantalones negros cómodos largos y una camiseta de manga larga de rayas anchas
de colores blancas y verdes y me calzo unos botines blancos. Bajo a desayunar a
la cocina y me encuentro a mi madre despidiendo a mi padre para que se vaya al
trabajo. Éste, al verme bajar los últimos escalones me señala con el dedo y me
dice:
-Existe
la palabra y el objeto llamado despertador, ¿sabes? Ya han empezado de nuevo
las clases, toca madrugar Annie-me dice y acto seguido sale por la puerta y mi
madre cierra. Me quedo allí de pie y mi madre me habla.
-Venga,
a desayunar cielo.
Me
voy hacia la cocina y me siento en una de las sillas blancas y mi madre me pone
un tazón de leche con cereales y una cuchara y empiezo a desayunar. Al ver el
reloj de la cocina, veo que las agujas marcan las siete y media y las clases
empiezan a las ocho. El primer día siempre tenemos dos horas de tutoría y el
resto, recreo o puedes estar en las clases o pasillos.
Termino
de desayunar y me coloco mis patines negros y rosa oscuro y me pongo la
protección. Normalmente voy en bicicleta, pero se le ha pinchado una rueda y
tengo que ir en patines, cargando con una bolsa para meterlos al llegar al
instituto. Por la calle patino rápida, tengo práctica. No me extraña que la
gente me mire cuando voy por la calle, mi amiga dice que soy atractiva, pero al
verme en el espejo veo un largo pelo liso entre rubio y castaño claro con un
flequillo siempre a la derecha, una nariz, una boca y dos ojos grandes
marrones. No sé en qué soy atractiva. Llego al instituto a los veinte minutos y
me paro detrás de la verja que hay y me quito la protección y los patines y lo
meto todo en la bolsa gris y me calzo de nuevo los botines blancos. Otros
alumnos vienen en autobús, otros en bicicleta, en patines o los padres le traen
en coche. Me dirijo hacia la entrada y subiendo los escalones de ésta, veo que
han hecho un aparcamiento para coches. Es nuevo, el año pasado no estaba. Serán
para los profesores y alumnos mayores que ya tengan el carné de conducir. Me
meto entre los pasillos y me dirijo al barullo de gente que hay a lo largo de
una pared, viendo las listas de las clases.
Al
girar la esquina de un último pasillo, una mano se coloca en mi hombro
izquierdo y me paro. Patricia.
-Ya
me puedes dar explicaciones, Annie porque sé que ayer no estuviste
castigada-dice enfurecida.
-Tienes
razón-le digo girándome hacia ella.-Ayer estuvieron en mi casa mis primos
pequeños y me tuvieron entretenida hasta bien tarde y cuando me llamaste, no
podía dejarlos solos-miento, pero ella se limita a asentir.
-Eso
está mucho mejor, pero... claro, cuidar de tus primos pequeños es... como un
castigo, ¡ja, ja, ja! Mi pobre buena amiga-dice mientras echa un brazo suyo por
encima de mis hombros.-No hace falta que veas las listas, nos ha tocado en la
misma clase. Este año estamos en el piso de arriba.
-¿Escaleras,
entonces?-pregunto porque un año me tocó subir todos los días subir unos veinte
escalones y era muy agotador cuando vas cargada con carpetas, libros...
Patricia asiente con la cabeza y nos dirigimos a subir las escaleras.
Este
año han venido alumnos nuevos, como todos los años, pero este año han venido
más que ninguno. Nos quedamos quietas en medio de las escaleras y mi amiga me
coge de la muñeca y me aparta a un lado y me clava sus ojos claros en los míos.
-¿Qué
pasa?-pregunto.
-¿No
te has dado cuenta?-pregunta.
-¿De
qué me tengo que dar cuenta?
-Ése
hombre de ahí es nuestro tutor, es maestro de ciencias-me dice, señalando con
la cabeza a un hombre alto, de hombros anchos y pelo gris.
-Empezamos
bien el curso. ¿De ciencias has dicho? Verás lo que nos va a liar
éste...-susurro mientras el hombre pasa. La miro y ella sigue con su mirada al
hombre.-Eh, te ha crecido el pelo.
-¡Te
has dado cuenta! Hoy vienes dormida, eh-me dice mientras le toco su pelo largo
rubio.
4.-Los 4H: 3 minutos para salvar el mundo
Capítulo 1: Sin ideas
Salgo de la ducha con el pelo mojado, me da igual no sacármelo.
Mañana tengo que entregar el siguiente capítulo al señor Alan para que lo
publique en el periódico del barrio, sino, me puede caer una buena bronca.
Menos mal que me he acordado, sino, no sé que haría. Me siento frente a la
pantalla del ordenador y cierro la puerta de mi cuarto. Miro el reloj de mi
mesita de noche: marca las 23:37. Venga va, solo una hora. No más de tres, como
la última vez. Abro la carpeta que tiene como nombre “Periódico” y busco el
capítulo que publiqué hace dos semanas. Estas dos últimas semanas del mes,
tengo que publicar otro capítulo.
-¿Por cuál iba?-me digo a mí misma. Ya ni me acuerdo. En un
documento de escritura, veo escrito “Cap. 13”.-Ah, por el 13. Tengo que seguir
con el 14.
Minimizo la carpeta “Periódico” y abro un nuevo documento, o como
lo llama el ordenador; un word.
-Venga, va. ¿Cómo puedo seguir?-me quedo pensativa y en la
pantalla del ordenador veo con dificultad mi cara, con el ceño fruncido.-Venga,
tengo que empezar ya-digo y empiezo a pulsar rápidamente las teclas del
teclado.
Las calles están oscuras, no hay ningún alma, excepto unos
muchachos que rondan unos veintitrés años y que deben de tener una buena
borrachera encima. Le doy un codazo a Louis y éste observa con detalle y el ceño
fruncido a los muchachos, que no paran de reírse y señalarnos mientras se
acercan a nosotros.
Ahí me quedo. Venga, yo puedo yo puedo... Apoyo la cabeza con mis
manos mirando al teclado y me estrujo el cerebro. Un poco más, sé que puedo.
Los muchachos se acercan poco a poco a nosotros
dos. Vaya lata dar un martes 13 una guardia de noche, mientras que Lucy y Geo
están en el edificio 4A durmiendo tranquilos. Un muchacho, el más alto, deja
caer al suelo la botella de cerveza que tenía en la mano y con gesto de asco,
nos señala.
-Vaya vaya... Los guardianes-dice y escupe al
suelo.
Louis gruñe un poco y se hace invisible y ahora
sí que no sé sus pasos.
-Tu amiguito se ha ido-dice uno.
-No me digas-le contesto.
¿Ahora tiene que ser? Llaman a la puerta de mi cuarto y digo un
“adelante” en susurro para que pase quien esté llamando. Mi madre, con su
albornoz rosa y blanco asoma su cabeza con su pelo largo castaño mojado.
-¿Aún sigues escribiendo?
-Menuda pregunta. Sabes que lo tengo que hacer.
-Como tu veas, pero sabes...
-Que papá no prefiere esto-le corto.-Si no me molestases, iría más
rápida.
-Calla y escribe, gruñona-dice guiñándome un ojo y se marcha.
Sigo.
Louis cobra su color detrás de los muchachos
borrachos y me hace un gesto de silencio. Se vuelve de nuevo invisible y empuja
a dos de ellos. Me agacho y coloco la manos en el suelo y se congela al
instante. Uno de los dos ebrios, se resbala y cae de culo. Los otros tres se
acercan a mí pero nada más pisar el hielo con cuidado, les congelo los pies
hasta las rodillas. Louis aparece al lado mía y se apoya en mi hombro.
-Hala, os quedáis ahí-dice mi amigo.
Una ráfaga de aire frío interrumpe mi capítulo 14 para el
periódico. Giro el cuello en dirección a la ventana y veo que está abierta. Me
corrijo: se acaba de abrir. Hace unos minutos, estaba cerrada. Me levanto, la
cierro y vuelvo a mi sitio a seguir escribiendo. Me tapo la cara con las manos
y miro la hora: 23.57. ¿Aún?
-Dios...-me quejo y pongo los brazos sobre el escritorio y escondo
mi cara, tocando el teclado, aunque no sé qué. Cierro un momento los ojos.-¡No!
No puedo quedarme dormida-me digo a mí misma y miro la pantalla. En el word, se
ha escrito muchas “a” y ahora las tengo que borrar.-Me cago... ¡Tengo que
seguir!-grito en voz baja.
Louis y yo pasamos la noche de guardia
tranquila, pidiendo a algunos trabajadores que lleguen a casa con calma, sin
armar ruidos por la calle. Es hora de silencio. También, pasamos la noche
congelándole los pies a algunos “rateros” como los llama Lucy.
Paro de escribir. He oído el crujido de una tabla del suelo de mi
cuarto. Miro a todos los lados.
-Imaginaciones mías, tengo sueño y oigo cosas del más allá.
Miro la palabra “ratero” durante varios segundos. Miro al reloj:
00.15 marca. Miro a la pantalla y muevo la flechita para pinchar en varias
cosas en el ordenador. Un momento, no se mueve. Lo pruebo varias veces.
-No no no no no no no no. ¡No! Vaya churro de noche llevo.
Pues nada, a reiniciar el ordenador se ha dicho. En la torre del
ordenador, le doy al botón para reiniciar y cierro los ojos cogiendo la postura
de antes. Oigo a los pocos segundos la música de inicio que sale cuando el
ordenador ya se ha encendido. Abro corriendo el word, ¡se ha guardado!
Lloro de alegría... por el interior.
Empiezo leo todo lo que llevo escrito, desde el principio al
final. Llaman a la puerta y veo el reloj: 00.33. Mi hermano pequeño, Tom, entra
con su peluche favorito en la mano, un oso negro y al que le falta un ojo y con
cara de sueño.
-Helado...-dice.
-¿Qué-digo, me levanto y lo cojo en brazos.-¿Qué estás hablando,
Tom?
-Helado... Quiero uno.
-Mañana te lo compro-digo, aunque es raro, es noviembre. Me lo
llevo en brazos hasta su cama, que está a pocos pasos de mi habitación y lo
arropo, poniéndole la caja de música que tiene para que duerma tranquilo.-A
dormir.
Vuelvo a mi dormitorio y me siento en la silla, preparada para
seguir escribiendo, aunque es poco y no creo que al señor Alan le guste... Pero
es lo único que tengo del capítulo y lo único que puede leer. ¿Escusas? Que no
he tenido tiempo. Tengo que intentar algo más... Toco la nota “K” del teclado y
noto como si un enorme mosquito me pinchase en la parte superior del codo. ¿Qué
me ocurre? Empiezo a ver las letras del word borrosas... Me levanto con
dificultad para tirarme a la cama y dormir, me no llego, me caigo al suelo,
pero algo o alguien que no logro ver, me ha cogido. Para entonces, yo he
cerrado los ojos y lo que me ha cogido para evitar el ruido... Ya se ha ido.
5.-Los 4H: La venganza de sombra
Capítulo 1: Brisa
marina
Ah... el mar, el océano Atlántico. Dos días aquí y
estamos en el Paraíso. Marisco por todas partes, un olor a sal, una brisa
marina (¿u oceánica?) que te mece el pelo y te relaja. El alcalde nos comunicó
que tenía un pequeño detalle para nosotros por todas las cosas que hemos hecho
por la ciudad, y en el último caso, por el mundo. Así que planeó un crucero por
el Atlántico durante un par de semanas para relajarnos, adiós al estrés. Todo
eso ocurrió en invierno, cuando la ciudad estaba aún nevada y hacía mucho frío.
Eso queda apartado. Durante el invierno, hubo un pequeño concurso en el que
todos participaron animados y que ahora, todos los que fueron elegidos, están
aquí en el barco. Sí, un total de unas doscientas personas más o menos. Luego,
el doce de junio, partimos a la ciudad vecina que da al norte de nuestra ciudad
y zarpamos con esas doscientas personas, el alcalde y su familia y nosotros.
Incluso los dragones. Todo incluido en el barco. Sí, el alcalde debe de haber
pagado una fortuna, pero el barco está genial: es enorme y tiene una piscina
grande en el centro y un jacuzzi para aquellos que quieran bañarse, aunque sólo
se lo permitan a los adultos y a nosotros. Hay una parte en la planta de abajo
de la cubierta que está totalmente reservada para los dragones, y que tiene una
parte del barco por la que salen. Una zona rara, pero mientras Dragnus y
Snowfall estén bien, estamos tranquilos. Una parte de la cubierta está
reservada para el capitán y la tripulación que dirige el barco; por debajo de
la cubierta, están todas las habitaciones de todos los que están en el barco.
El comedor está junto a la piscina, un bufé libre en el que siempre hay una
parte de marisco, aunque también hay verduras, carne y fruta. Y postres, no
podían faltar. Nuestras habitaciones están aisladas de las del resto, pero
siempre tiene que visitarnos alguien. Dormimos de manera individual, y son
cuartos pequeños que constan de una cama de matrimonio, un cuarto de baño (con
lo básico, bañera, inodoro y el lavabo), un pequeño armario, una mesa y una
silla. Al menos, en la mía, nunca he entrado en la habitación de los demás.
Además, tienen ventanas redondas y grandes. Cómo decía, un barco muy grande y
espacioso. Por último, he de decir que no tuvimos ningún ataque más desde que
“derrotamos” a Sombra; además, he de reconocer que he intentado teñir mi pelo
de otro color, un marrón oscuro o un castaño claro, incluso negro, pero este
pelo no absorbe bien el color y se queda tal cual: blanco. Al menos, quiero
ponerme un poco más morena de piel tomando al menos una hora diaria junto a la
piscina, que hay hamacas. Pero mi piel no parece cambiar de color. Suspiro
indignada.
Doce
de junio. Llevamos dos días en el crucero.
Observo
a través de los cristales negros de mis gafas de sol negras a los niños
pequeños (entre siete y diez años) correr por los alrededores de la piscina y
el padre, madre, hermano o hermana mayor va detrás para detenerlo. Hay muchos
niños, pero sobre todo, adolescentes. Y cuando digo adolescentes me refiero a
chavales de entre doce y diecisiete años. Niños hay pocos, como decía antes,
entre siete y diez años. Y adultos muchos, aunque no sé por qué vienen, si es
por los hijos o porque le gustamos. Yo creo que es por lo primero. Cierro los
ojos y respiro la brisa marina. Me encanta el océano, siempre me ha gustado.
Abro los ojos de repente tras oír un sonido fuerte procedente del bufé y me
siento en el borde de la hamaca. Es algo involuntario que hago, de oír tantos
sonidos fuertes me da la sensación de que hay problema. Al ver que no hay nada
extraño, me vuelvo a tumbar y esta vez no cierro los ojos, pero sí los
entrecierro un poco. Alguien se coloca junto a mí y giro la cabeza: un padre de
tener pinta de treintañero, tiene a sus dos hijos junto a él y de su cuello
cuelga una cámara de fotos.
-Perdona
por molestarte-dice el padre-mis hijos quieren hacerse una foto contigo si no
te molesta.
-Claro,
sin problemas-digo y me pongo en pie.
Los
hijos deben de tener unos diez años y parecen ser gemelos. Nos ponemos junto a
la barandilla del barco y les paso un brazo a cada uno por el hombro, pero
antes me subo las gafas y me las coloco sobre la cabeza. El padre pone una pose
y tiene pinta de ser fotógrafo de verdad.
-Decid
patata-comenta el padre con una sonrisa y los niños lo dicen y yo sonrío.
Cuando el flash salta, el padre observa la foto y sube el pulgar en señal de
que está bien. Quito los brazos sobre los hombros de los chicos y veo cómo se
estremecen.-Muchas gracias.
Me
encojo de hombros y veo cómo el padre y sus hijos se reúnen con una mujer. Me
coloco bien las gafas y vuelvo a mi hamaca para que mi cuerpo pálido y delgado
intente absorber al menos un poco de luz. Cuando me estoy acomodando, de nuevo
una persona se coloca delante de mí.
-Con
que, tomando rayos de sol, ¿eh?-dice con su voz burlona y unas gafas de sol
rojas y de cristales negros. Él ha cambiado mucho, me da la sensación de que se
ha vuelto un poco más... gracioso.-El jacuzzi ha empezado a echar burbujas, ¿te
apuntas?-dice extendiendo una mano, pero no le hago caso.-¡Por Dios, Noa! ¿No
ves que eso te resulta inútil? Tú estás bien, hazme caso.
Extiendo
una mano y él me ayuda a levantarme de un salto.
Nos
vamos al jacuzzi, pasando junto al borde de la piscina en la que ahora se baña
mucha gente. Cuando pasamos por la zona profunda de ésta (dos metros) empujo
bruscamente a Daniel y cae al agua. Directamente, no espero a que saque la
cabeza ni salga y me tire, sino que salgo huyendo. Es capaz de cogerme en
volandas y tirarme al agua. Llego al jacuzzi antes que él y entro despacio y me
acomodo en una esquina de la piscina de hidromasaje y antes de mojar los
brazos, me pongo de nuevo las gafas sobre la cabeza, ya que el sol ahora me da
de espaldas. Veo como un puñado de niños llegan con cubos de playa (no sé qué
hacen con esos cubos ni cómo lo han conseguido) y se divierten mojando a
Dragnus y a Snowfall.
-Al
menos, me mojo-me comenta Dragnus mirándome y no puedo evitar sonreír.
Daniel
llega a los segundos de yo sentarme. Está empapado totalmente y con una mirada
acosadora. Nada más verme, se mete corriendo y me dice:
-Cuándo
te coja...-pero se detiene al ver que las tres o cuatro personas le miran con
curiosidad y un poco de espanto ante aquella reacción.-Buenas tardes-dice con
voz más formal y se coloca junto a mí.-Cuándo te coja, señorita, te vas a
enterar de lo que valgo. Le he tenido que pedir una toalla a un chico de seis
años para secar las gafas de sol-comenta y me empiezo a reír y veo cómo él
también se pone las gafas sobre la cabeza y acto seguido, me coge de la mano
bajo agua.
Dejé
que los chorros me dejasen el cuerpo muy relajado, y tras salirme del jacuzzi,
me fui a mi cuarto y me vestí para reunirme con los demás en el bufé. Cené un
poco de gambas y un filete con una salsa de no sé dónde, pero estaba muy
deliciosa. De postre, probé un trozo de tarta que habían preparado y que cómo
no, estaba deliciosa. Sólo vi a Cat por la noche, ya que durante el desayuno no
se había presentado y durante todo el día ha estado metida en su habitación.
Qué raro, creo que no le gusta mucho esto de relacionarse con los demás.
Por
la noche, llego a mi cuarto y me quito la ropa, poniéndome el pijama que nos ha
dado el capitán como regalo de bienvenida. El pijama no es más que un pantalón
corto gris que me llega por la mitad del muso y una camiseta que me queda
grande, de rayas gruesas blancas y azules y que tiene un símbolo dorado en la
parte del hombro derecho de una S con forma de serpiente. No sé por qué es ese
símbolo.
6.-¿¿??
Capítulo
1
Es triste ver el entierro de un familiar
al que querías mucho y lo sigues queriendo. A esa gran persona que te ayudó en
todo momento cuando tenías problemas. A esa persona que te apoyó en todo. Que
te defendió. Que te cubría cuándo te metías en problemas. A esa gran persona
que con ciertos comentarios te enfadaba, pero que luego recapacitabas y te
hacías sentir especial y sonreías en mitad de un grupo de personas.
Pero es mucho más
triste si el entierro es de tu propio padre.
Su nombre no
caerá en el olvido como otros nombres de otros corredores han hecho. Fijaos en
Willy. ¿Sabéis de quién hablo? Claro que no, no lo conocéis porque su nombre
cayó en el olvido. Eso no pasará con el nombre de mi padre.
Alguien lo
asesinó y pienso descubrirlo.
Si creéis que mi
mundo se ha vuelto oscuro, entonces ahora se pondrá más oscuro aún cuando os
diga de que, no han tenido suficiente con el asesinato de mi padre, porque
ahora van tras mi hermano mayor. Os cuento.
Estamos en los
años sesenta. Sí, 1963. Mi mundo se basa en las carreras de coches sobre una
pista de cemento duro. Mi padre se metió en las carreras a los treinta años,
tras perder a mi madre en un accidente. Quería olvidarse de todo a cerca de ella,
no tener más dolor de ella con sólo oír el nombre de otra mujer que fuese igual
que el de ella. Que no se le viniesen esos recuerdos duros. Yo era pequeña
cuando murió, pero mi hermano mayor, Rodrick, tiene recuerdos vagos y con los
comentarios que mi padre hacía unos años, ha ido acumulando más y antes se veía
afectado.
Sí, antes. Ahora
no desde que él también se metió en las carreras de coches. No corre cómo mi
padre, pero ayuda a su equipo. A Rodrick le hacía mucha ilusión lo de correr,
pero no podía porque no podían participar en las carreras ni hermanos, ni padre
e hijo. Ahora sí, cuando mi padre ha muerto. No creáis que lo tengo fichado
desde el principio una vez que mi padre murió. Rodrick comentaba mucho las
ganas que tenía de correr una vez que mi padre ya no estuviese con nosotros.
Pero él se parece demasiado a mi padre: la forma de mirar, la manera de
andar... incluso la de pensar. Son como almas gemelas o algo así, y no parecen
padre e hijo.
¿Yo? Sólo animo.
A las mujeres no se le permiten participar en las carreras. Me coloco en un
asiento que tengo reservado siempre y me dedico a observar y a animar a mi
padre. Al menos, lo hacía. Ahora no.
Ahora voy a
encontrar al asesino de mi padre cueste lo que cueste.
Empieza a llover y
agacho la cabeza bajo el paraguas negro mientras dejo que las lágrimas bajen por mis mejillas y mi hermano mantenga su brazo sobre mis hombros y llora
también la pérdida de mi padre. En este momento, están metiendo el ataúd de
madera oscura en el hoyo bien cavado. Todos vestimos de negro, todos, excepto
el cura, claro. La mayoría llora la muerte de mi padre bajo paraguas negros.
Han venido todos los que veíamos conveniente: todos los familiares y grandes
amigos de mi padre, tanto corredores como no.
“Ahora estarás
tranquilo, sin que nadie te pueda hacer daño. Y sobre todo junto a mamá”,
pienso y le echo una mirada a mi hermano, que tiene los ojos hinchados de tanto
llorar y las mejillas rojas.
Cuando empiezan a
echar la tierra sobre el ataúd, no puedo evitar que muchas más lágrimas broten,
y rodeo a mi hermano por la cintura mientras oculto la cara sobre el pecho y él
me rodea con su brazo libre la cintura y me aprieta.
El funeral acaba a los pocos
minutos, y mi hermano y yo, sin hablar con nadie y mirando poco al frente, nos
dirigimos a casa, una pequeña mansión en los límites de la ciudad. No decimos
nada durante el camino, y al llegar a casa, nuestro mayordomo Bruno, una gran
persona fiel a mi padre y que no ha sido capaz de ir al funeral, coge nuestros
abrigos negros y seguidamente, aviva el fuego de la chimenea del salón, donde
Rodrick se encuentra sentado en un sofá y mira atentamente al fuego, y estando
en su mundo. Yo me siento frente a él y observo su rostro.
Los ojos que
siempre han tenido un color azul marino, ahora tienen un color azul muy claro y
está algo pálido y se le ve como si no tuviese ganas de nada, parece más bien
alguien disfrazado de zombie.
-Rodrick-le llamo
bajito y él gira la cabeza hacia mí.-¿Quién crees que ha sido el asesino?-soy
capaz de preguntar y veo cómo le tiembla el labio inferior, reprimiendo las
lágrimas.
-Eso ahora da
igual.
-No da
igual-replico.
En ese momento
entra Bruno con una bandeja.
-Con vuestro
permiso, os traigo un poco de té para los dos. Ayudará a subir el ánimo. Al
menos, eso decía mi madre siempre-comenta el mayordomo y deja la bandeja sobre
la mesa de baja altura.-También he puesto vuestras galletas favoritas.
Acto seguido, se
marcha inclinando un poco la cabeza. Cojo la taza, encojo las piernas
colocándolas sobre el asiento del sofá y doy un sorbo. Me paso la lengua por
los labios y vuelvo a preguntar.
-Rodrick,
¿ocuparás el lugar de papá?
Él asiente con la
cabeza muy despacio, luego me mira tristemente y coge su taza y una galleta.
-¿No te preocupa
que el asesino quiera también pagarla contigo?
-Eso da
igual-vuelve a contestar.
-Seré tu hermana
pequeña, pero mis comentarios y respuestas se tienen bastante en cuenta-digo
algo enfadada y doy otro sorbo.-Para mí, esto no va a quedar igual. Rodrick,
mataron a papá porque era bueno en las carreras, no bajaba del cuarto puesto,
siempre quedaba en segundo o tercero incluso en primer puesto.
Él suspira. No
parece enfadado, pero sí molesto e incómodo.
-Eres clavado a
él. Nada más que te vean participar en varias carreras y ganes, irán detrás
tuya.
-No sabes si se
me darán bien las carreras o no-replica mirándome seriamente y observo que el
color de sus ojos ha vuelto a ese azul intenso.
Dejo la taza sobre
la bandeja y me siento junto a él.
-¿No recuerdas en
aquel campo al que fuimos y que tú con tan sólo diez años le ganaste al amigo
de papá que nos acompañaba? ¡Cogiste el coche de papá y lo tenías como
copiloto!
-Han pasado de
eso trece años-dice.-Ahora quizás sea peor conductor.
-O bueno.
Buenísimo.
Suspira de nuevo.
-Desde que papá
se metió en las carreras, hemos “vivido” de ello, y si no sigo sus pasos, nos
podríamos arruinar. He de seguir sus pasos.
-No tienes por
qué. Ahora tu cargo es esta casa porque eres el mayor. Ahora tienes el doble de
responsabilidad-comento y miro hacia mi taza y sin apartar la mirada de ahí, le
digo:-Sabes que me vas a tener para todo, y te apoyaré.
-Lo sé. Y te lo
agradezco.
-Y si me pudiese
meter en las carreras...
¡Claro! ¡Vaya
idea se me ha metido en la cabeza!
–...Me apoyarías,
lo sé-termina él.
Me pongo en pie,
ilusionada, pero tan seria hacia mi hermano para que no sepa lo que me voy a
traer entre manos.
-Pero quiero
dejar claro, que esto para mí, ha sido como un puñal clavado en la espalda.
Para los dos. Y que haré algo al respecto.
Él se pone en pie
y hace una risa falsa y pone una sonrisa hacia un lado.
-Déjame
adivinar... ¿Papeles, manifestaciones?
Arqueo una ceja.
-Ahora mismo,
solamente me tienes a mí para ayudarte. Y no me cansaré de decírtelo: me
tendrás para todo-y antes de que diga algo, salgo por la puerta, y mientras la
cierro tras mí, musito:-pero haré algo al respecto. Por papá.
Libro intermedio:
Diario de una nefilim
Capítulo 1
Esta noche, mis padres y mi
hermana Airan están fuera de casa para ver un evento que ha celebrado una
iglesia del pueblo. No es que no me guste ir, pero siendo cómo soy tengo dos
motivos: hay gente de esa iglesia, que trabaja en ella que es capaz de
reconocer a un no humano; después es que, no tengo ganas de ir tampoco. Me
gusta relacionarme con los humanos; Delly ahora mismo es muy buena amiga mía
que está en mi instituto. Parece que me conoce bien, pero no sabe en realidad
cómo y quién soy. Tampoco es que me moleste mucho. A Ce y Celly les ocurre lo
mismo. No las culpo, es una regla no saberlo del Reglamento para Nefilim
(R.N.).
Cómo iba
diciendo: sola en casa y ellos están tardando algo en venir. En pijama, salgo
hacia el patio y despliego las alas.
Mis alas son de
un blanco puro con las plumas del final de un tono celeste claro y son más
pequeñas que un ángel. Cuando las despliego, me entra un alivio enorme el no
tener que estar guardándolas siempre y una gran comodidad en la espalda.
Las empiezo a
agitar suavemente, hasta que ya no toco el suelo y me marcho.
Ser nefilim tiene
sus puntos buenos: puedes volar y tener algún que otro poder. Yo puedo levitar
sin tener que usar las alas, pero tengo que relajarme mucho y si levito, no
supero el metro del suelo. Ni el medio metro. Por eso, cuando mi maestro de
gimnasia pide que nos relajemos tumbados en el suelo, soy incapaz, podrían
darse cuenta de lo que soy. Me pondría en peligro. Además, tengo buen oído y
puedo enterarme de cosas que están lejanas a mí.
Llego al
acantilado que tanto me gusta y que está cerca de casa. Es una pradera que
acaba en un precipicio de más de cuarenta metros de altura y acabados en rocas
puntiagudas donde las olas del mar chocan con fuerza y salpican. Siempre me
siento en el borde con las alas desplegadas, no va mucha gente a menudo.
La noche es
nublada, pero rápidamente se vuelve despejada. Empieza a hacer viento y me
cubro un poco con las alas, que me llegan por las rodillas, mientras que las de
un ángel pueden llegar a rozar o tocar el suelo. Que yo sepa, no hay nadie de
mi familia que sea como yo, me toca a mí ser nefilim por un antepasado que tuve
y que no conozco. Si empiezo a hacer mi árbol genealógico, seguro que lo puedo
conseguir. ¡Qué digo! Sería imposible saberlo.
Miro las
estrellas que las nubes han dejado al descubierto y son...
Espera. ¿Qué es
eso? Me pongo en pie y entrecierro los ojos, estirando las alas hacia atrás a
modo de preparación para salir volando hacia un punto plateado que se mueve con
rapidez hacia un pequeño islote que hay cerca del pueblo. Cojo carrerilla y
pego un salto y agito las alas, pero oigo de lejos comentarios típicos de Airan
y me quedo flotando en el aire, oyendo el suave meneo de mis alas y observando
como el punto plateado se dirige hacia el islote.
Vuelo rápidamente
hacia casa y me meto por el patio. Nada más pisar el suelo, pliego las alas.
Cenamos rápidamente y me voy a la cama y me duermo.
A la mañana
siguiente, me levanto con la proposición de esperar de nuevo en el acantilado a
ver si aparece de nuevo ese punto plateado. Pero no. Hay que ir a clase.
Cruzo rápidamente
el pasillo hacia mi clase y con un movimiento rápido esquivo una zancadilla que
me pone un chaval. De verdad, ese chaval lo hace siempre, junto a las taquillas
y esquivarlo para mí es como desayunar por la mañana. Espero apoyada en la
pared viendo la cara de dormidos de mis compañeros de clase. Y llega mi buena
amiga Delly con su sonrisa de siempre.
-Buenos días-me
saluda y yo le pongo una sonrisa. Habla mucho, pero me mantiene entretenida
siempre y me hace reír.
-¿Qué tal ayer?
Bueno... el fin de semana.
“Bien, ayer
observé un punto plateado en el cielo que se movía”, pienso.
-Bien.
Mientras hablamos
(ella, que me empieza a contar qué ha hecho durante el sábado y el domingo)
toca el timbre tan fuerte que siempre frunzo el ceño. Parecen que lo hacen a
propósito, que toque súper fuerte para espabilar a los alumnos. Algunos se
mueven rápidamente y, veo al chico que siempre pasa todos los días. No me
gusta, pero siempre lo veo cruzar serio y con la cabeza gacha. A veces me
pregunto si él se dará cuenta de que yo siempre estoy aquí por las mañanas y
que le veo. Unas chicas de mi clase, se quedan siempre embobadas cuando pasa
cerca de ellas: un chico rubio con flequillo y ojos grises con una piel
bronceada, pero no llega a ser marrón. En su punto. A la hora del recreo, me
propongo contarle a Delly lo que vi ayer, pero decírselo como si hubiera sido
un sueño.
-Esta noche he
tenido un sueño raro.
-¿Cuál?
-Estaba... no sé,
en un lugar que no conocía y veía el cielo por la noche y observé un punto
plateado moverse.
-Uno; es un
sueño. Dos; ¿un alienígena?
-No, era un punto
demasiado pequeño para ser un OVNI, de todos modos, da igual, es un sueño.
El resto de la
mañana pasa tranquila y por la tarde, le digo a mi madre que voy a la
biblioteca a hacer un trabajo que necesito para una clase, pero en realidad,
voy al acantilado.
***
Muchos besos y gracias a todos!
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