Cómo dije ayer, en este capítulo aparecerán dos nuevos personajes ^^
Espero que os guste y no olvidéis comentar :3
Capítulo 22: Zarpas
Demasiado tarde, no me da tiempo a subir sobre Dragnus. Unas hadas
de la estatura de Daniel (es el más alto de nosotros) se acercan y empiezan a
atarcarnos.
-¡Ahora vengo a por ti, pequeña!
Noto un frío escalofrío en mi espalda y veo cómo mi cuerpo se
transforma en hielo. Los dos dragones salen volando y dos de esas hadas se
ponen delante mía. Son mujeres con alas finas y transparentes y garras en las
manos y pies y sólo llevan como traje una tela que le cubren el pecho y de
cintura hasta medio muslo. Me recuerdan a seres mitológicos... arpías, creo que
eran. Suena un grito y una de las que tengo delante mira a la otra y hace una
señal de que vaya a ayudar. La que se queda, ataca con movimientos ágiles y
rápidos y sus uñas rechinan en el hielo de mi cuerpo. Como uñas afiladas
deslizándose en una pizarra escolar. Le doy un puñetazo en la mandíbula y ésta
se recupera al instante y me devuelve el puñetazo. El caliente escalofrío
aparece y el hielo de mi cuerpo desaparece.
-Me las tendré que apañar-le digo a la mujer... o cosa.
Ella parece entenderme y sonríe con dientes como los que tiene
Dragnus o Snowfall.
Me echo sobre ella y me agarro a sus hombros. Me impulso hacia
arriba y con una fuerza increíble, le parto los brazos. Me giro rápidamente y
le doy un empujón en la espalda. Cae hacia delante y se lleva un buen golpe. Se
retuerce de una forma desagradable a la vista y luego se pone en pie moviendo
los brazos como si nada. La mujer agita las alas entusiasmada como si esperase
más de mí, como si esto fuese algo divertido.
Empiezo a lanzarle bolas de hielo duras a la cabeza y veo que
empieza a tambalearse, pero se acerca a mí y sus uñas crecen al menos medio
milímetro y alcanzan mi barriga. Me rajan la tela y me hace cuatro arañazos, de
los cuales, empiezan a manar sangre. Toco mi barriga con mi mano y me creo una
fina capa de hielo para que pare de salir sangre. Miro a la mujer y le lanzo
una mirada de desafío, la cual acepta y se echa sobre mí. Convierto mi puño en
hielo y le doy un puñetazo en la mandíbula. Se cae de culo y me acerco a ella.
Aumento el hielo del puño y cuando se está estabilizando, le doy otro. El
cuello empieza a resquebrajarse, como si fuese de porcelana. Entonces, lo veo
claro.
-¡Dragnus! ¡Estas cosas se mueren arrancándoles la cabeza!
¡Cualquier otra herida que le hagamos, se curará!-le grito y él gruñe
fuerte a modo de afirmación.
Mientras se lo decía al dragón, la mujer se ha levantado y de las
puntas de las alas, le aparecen unos pinchos gruesos. Se arranca uno y luego
otro y ahora tiene dos pinchos enormes en las manos. Intento que el escalofrío
frío aparezca, porque va a ser el único modo de salvarme. La mujer se acerca a
mí y consigo un pequeño escalofrío, el justo para que mis piernas y brazos se
cubran de hielo. Le doy una patada en la cabeza y luego otro puñetazo en la
mandíbula. La cabeza cae rodando, sin sangre. Como yo decía, parecen de
porcelana.
En su lugar, llegan otras dos exactamente iguales y ahora sí que
necesito que Dragnus venga a recogerme. El hielo de mi cuerpo desapareció al
ver que había matado a la primera. Ahora tendré que esperar unos minutos. Una
de las mujeres, me pega una patada en el estómago, pero antes de caer al suelo,
la otra me coge por detrás y me agarra fuertemente brazos y piernas, enganchada
a mí mientras agita las alas suavemente y se oye un leve zumbido. La otra saca
de detrás de su espalda uno de esos pinchos y me lo acerca al corazón. Le doy
un fuerte cabezazo que me deja hasta mí un poco atontada. La mujer que me
agarra me echa la cabeza hacia atrás con un brazo, tirándome del pelo. La otra,
que había caído al suelo, se pone en pie y se acerca a mí, con pincho en mano.
Ahora me apunta al cuello y parece querer lanzármelo. Da igual darle a su
compañera, ésta se lo quitaría y seguiría viva, a no ser que se le clave bien y
le rompa el cuello de tal forma que su cabeza se caiga. Noto que la mujer que
me agarra niega con la cabeza, entonces la que tengo en frente se acerca hacia
mí.
Ocurre algo extraño, es como si una onda la echase hacia atrás,
por los aires. Entonces soy capaz de ver una bola de fuego alcanzar al cuerpo
con alas y convertirse en cenizas.
“Dragnus y Daniel”, pienso.
La mujer de atrás me ha soltado de forma voluntaria para ver lo
que ha ocurrido con su amiga y cuando me suelta. Doy dos pasos, y con un sencillo
movimiento, doy un giro y de una patada le arranco la cabeza.
Oigo un fuerte aleteo detrás de mí y el escalofrío aparece de
nuevo, aunque leve, y mis brazos y piernas, ya son hielo. Me giro justo para
pegar un puñetazo, pero me detengo en seco al ver lo que tengo delante.
Un dragón, de un morado muy oscuro, tirando hacia negro y de unos
ojos de un color entre amarillo y naranja, está quieto delante mía y tiene la
boca abierta. Es el doble de grande que Snowfall, y Snowfall es un poco más
pequeña que Dragnus. Este dragón, es enorme.
No eran Dragnus y Daniel, era este dragón.
Es de la misma especie que Dragnus y Snowfall, sólo cambia el
color de escamas y su tamaño.
-Vaya, una humana-me habla mentalmente, con una voz
bastante grave.-Deberías de darme al menos las gracias por haberte salvado
de la zo...
-¡Tu lenguaje!-exclama otra voz.
El dragón medio morado oscuro echa una bocanada de humo negro y se
tumba un poco. De su lomo, se baja un chico, media cabeza más alto que yo,
pálido y pelo castaño claro. Se acerca a mí y yo doy un paso hacia atrás.
-Lo siento, no queríamos asustarte.
Frunzo el ceño porque aún no me fío del chico. Se acerca un poco
más a mí y yo doy un paso hacia atrás. No sé de qué parte está, o si está de
alguna de las partes que existen. La cuestión es que no me fío, y eso es lo que
hay. El chico observa mis brazos y abre mucho los ojos claros que tiene.
-Veo que no tienes confianza. No te preocupes, de verdad, llevo
siguiendo la pista a ese Sombra desde hace meses-dice brevemente. Ya no
necesito el escalofrío, ya controlo, así que tras oír sus palabras, hago que el
hielo desaparezca de mi cuerpo.-Genial, veo que ya vas confiando. Me llamo
Eddy-dice y extiende una mano hacia mí y, con algo de inseguridad aún, la
estrecho. Su mano está bastante caliente y abro mucho los ojos.-Vaya, hielo.
-Sí. Gracias por haberme salvado de esa mujer con tu fuego-digo
dirigiéndome al dragón.
Éste empieza a reírse.
-Oh, te equivocas. El del fuego, soy yo. Él es el de la onda.
-¿Un dragón que controla ondas?
-Sí, de aire. Puede pegar gruñidos alucinantes y con un aletazo,
puede derribar una casa. O a medias. En general, controla el viento.
-Nunca he visto uno de ese tipo.
-Pues ya lo conoces. Hemos visto de lejos a tus amigos-dice y se
monta rápidamente a lomos del dragón.-Pensamos ayudaros. ¿Vienes?
Me extiende una mano y encanta, uno la mía, fría como un témpano,
a la suya caliente como un horno.
-Zarpas. Me llamo Zarpas.
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