Capítulo 4

Hola descendientes!

Como os dije en la entrada anterior, no quería dejaros con un mal sabor de boca', así que aquí os dejo ya el capítulo 4. Creo que no nos veremos hasta el... ¿martes por la tarde? =/ Eso espero ^^ También espero que comentéis y que os guste el capítulo.  Por cierto, he hecho una rifa (he contado hasta el 17) y ha tocado a la protagonista 'Annie' como foto de la semana ;)  Ya que en la encuesta salieron unos empates y la ganadora fue la respuesta 'Todos', pues... Hahaha, me entendéis xD Saludines!!!!

Capítulo 4: Nuevo amigo, nueva amistad

A la mañana siguiente, ya me levanto por mí misma. Mi padre ya se habia ido a trabajar y menos mal que hoy es viernes y mañana empieza el fin de semana. Bajo a desayunar, pero no encuentro a mi madre por ninguna parte y encuentro una nota en el frigorífico, sujetada por un imán redondo negro. Al acercame, se ve claramente la perfecta y delicada letra de mi madre. Arranco la nota del imán y empiezo a leerla:

Annie, una compañera se ha puesto enferma y me ha tocado sustituirla. Me he tenido que ir a trabajar a la cafetería. Te he dejado la comida lista para que te la lleves al instituto, desayuna en casa si así lo quieres. Besos,

Mamá❤

Dejo la nota encima de la encimera de mármol de la cocina y desayuno un vaso de leche fría. La dedicatoria de mamá (me refiero al corazón que ha dibujado) ha sido un pequeño dibujo. He notado que la letra ha sido rápida, pero aún así, ha tenido la letra clara, perfecta y delicada de siempre. Termino de desayunar, meto el desayuno en la mochila y me la cuelgo al hombro. Último punto, me calzo los patines y la protección y salgo de casa, cerrando la puerta con la llave que tenemos escondida en la funda que tiene nuestro felpudo donde pone la palabra 'Bievenido', claro que coloco la llave donde estaba. Patino calle arria en dirección al instituto. Miro el reloj y veo que tengo tiempo de sobra para llegar. No sé si llegarme por la cafetería para decirle a mi madre que ya voy hacia el insti.
Mmm... Bah, da igual. Al final, decido ir por el camino largo para 'gastar' un poco el tiempo. Por el camino, me dedico a pensar qué hacían Jerome y sus padres delante de mi casa. ¿Habrán hablado con mis padres? ¿O quizás tengan algún vecino mío cómo familiar? La música de la radio de un coche de un cani a todo volumen, me aleja de mis pensamientos y me hace volver a la realidad. Paro en seco justo cuando estaba a punto de pegarme un choque con una farola.

Llego al instituto sana y salva, y aún quedan varios minutos para que empiece la primera clase. Hoy no me toca tutoría ni clase con el señor Bush. Menos mal. A última hora, me toca deporte. ¿Qué profesor me habrá tocado este año? Espero que no me haya tocado el del año pasado, el profesor ese francés al que no entendíamos nada. Soy buena estudiante, lo reconozco, pero creo que nuestro tutor se ha pasado un poco con el asunto de traer cada día una palabra nueva... Me quito en el aparcamiento de las bicicletas los patines y la protección y me pongo mis zapatos de deporte de color blanco. Me meto en el instituto. Un calor sofocante y un olor a zorro muerto inunda la entrada principal... Buaj, al menos, podrían poner un poco de colonia o un buen olor. Cada día apesta más. Estoy pensando en venir andando, porque tener que cargar cada día con la pesada maleta con los patines y la protección es mucha carga, y más cuando tengo que traer la bolsa de deporte con la ropa limpia y la mochila con los pesados libros.  Me dirijo a mi taquilla gris, que está un poco lejos de mi clase de primera hora, pero tengo tiempo y me topo el necesario. Llego a las taquillas, que están ordenadas alfabéticamente por el curso del alumno y el grupo en el que está. En el lado derecho, están las taquillas en las que los apellidos de los alumnos van de la A a la M y justo en frente de esas taquillas, están el resto por los apellidos que empiezan por N a la Z. Mi apellido es Peet, así que estoy hablando en el lado izquierdo. Si hiciésemos una foto desde el aire, quedaría así:
 

Meto mi bolsa de deporte y la de los patines en la taquilla. Cierro la taquilla poniendo los tres números de la combinación en cero. Al girarme para ir a clase, veo a Jerome Clark. ''Bien'', pienso, ''Muy bien. ¿Por qué tengo que tener mi taquilla justo en frente de la suya?'' Estoy pensando rápidamente en dos opciones; la primera es darme la vuelta de nuevo, abrir la taquilla y hacer como si estuviese sacando los libros. O, largarme de allí lo más rápido posible.
Tarde. Se ha dado la vuelta y ha clavado su vista sobre mí a la primera.
-Hola-me dice con una sonrisa y saludando con la mano.
Acto seguido, gira rápidamente la esquina del pasillo. ¿Me ha hablado? ¿Por qué me tiene que hablar si ni siquiera sabe mi nombre? Bueno, solo me ha saludado, pero... ¡qué me ha hablado! Un momento, ¿y yo de qué me asombro? Que solo ha dicho un 'Hola'... El timbre suena y salgo corriendo hacia mi primera clase.

Paso la mañana de clase en clase. En el recreo, Patricia me encuentra fácilmente.
-¡Venga ya! ¿Te ha saludado? ¿Por qué?-me pregunta asombrada, y yo me toco mi marca de la muñeca que tiene forma de rayo. Siempre lo hago cuando estoy nerviosa, inquieta o algunas veces, cuando estoy pensativa. 
-No lo sé, eso es lo que quiero saber.
Llega última hora y me dirijo hacia la pista de deporte, no sin antes parar para recoger la bolsa de deporte de mi taquilla. La dejo en el vestuario de las chicas y me voy a la pista. La señora Lewis es nuestra maestra y hoy nos toca atletismo, durante varias semanas. Nos pide que empecemos a dar varias vueltas al campo mientras ella nos cronometra cada vez que pasemos por la línea de meta. Los chicos salen primero y las chicas vamos detrás de ellos. Patricia se coloca al lado mía y cuando la señorita Lewis toca el silbato salimos corriendo. Soy algo rápida, pero mi amiga es más lenta y no me gusta separarme de ella, así que siempre mantengo su ritmo (aunque vaya casi andando...). Las demás chicas nos adelantan y nosotros apretamos un poco el paso. A los minutos, nos encontramos a alguien que es algo lento.
-Jerome-musita mi amiga.-Te voy a dejar a solas con él, haber que te dice-dice a duras penas.-Pero luego me lo cuentas todo-dice y acto seguido se da media vuelta y se pone mucho más atrás que yo.
-Pero...-me quejo, algo tarde, antes de seguir hablando paro y corro lo más rápida posible para adelantar a Jerome y que no hable conmigo.
Le adelanto todo lo que me es posible. Cuando veo que ya le he sacado bastante ventaja, me doy cuenta de que ya he alcanzado al grupo de chicas. Aflojo el paso, no me gusta mucho la idea de hablar con ellas, son todas nuevas y no soy de ésas que hacen muchas amistades. Ahora, paro, y empiezo a andar, para no ir a trote. Tomo la segunda curva del circuito y me encuentro a la persona con la que me estoy negando a hablar.
Jerome.
Éste al verme sonríe y se acerca a mí y me dice con voz dulce y algo seria:
-Tenemos que hablar de algo urgente.