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martes, 4 de diciembre de 2012

Capítulo 8

Hola lectores^^

Siento mucho la espera que os he causado. Quizás ahora con el puente, suba al menos dos capítulos e.e Haha :3 Como no tengo nada más que deciros, os dejo aquí el capítulo 8. Espero que os guste ;) Por cierto, esta foto de ahora la he hecho yo e.e Bueno, que la he sacado de una película y yo le he añadido 'Capítulo 8' xD



Capítulo 8: Campamento

Estamos en mitad de un bosque y no hay absolutamente nadie. Es más bien el claro de un bosque. Todo lo que nos rodea, obviamente, son árboles.
-Bueno, ¿y ahora qué?-preunto.
-Si no recuerdo mal, es...-empieza diciendo con los brazos extendidos hacia delante y tocando el aire.-Aquí-dice y acto seguido, desaparece.
Me quedo milésimas de segundos sola, sin moverme de mi sitio. Estoy totalmente asombrada, ¿cómo ha desaparecido?
-¿Jerome?-lo llamo y de la nada, aparece su cuerpo y me trago un grito ahogado que iba a hacer.
-¿Qué? Ups, lo siento-dice, se acerca a mí y coge mi equipaje.-Sígueme, no te asustes Annie.
Da media vuelta y desaparece en la nada. Le sigo, pisando por donde ha pisado él y al acercame al sitio en el que él ha desaparecido, algo me absorbe hacia dentro, como una aspiradora. 
Impresionante, no me sale otra palabra.
Ahora seguimos en un bosque, pero está... Poblado. Tiene una gran cabaña de madera a pocos metros de nosotros y la rodean algunas cabañas más pequeñas, con porches. Miro a los alrededores, totalmente asombrada por el cambio que ha ocurrido en el paisaje con tan solo dar uno, dos pasos como mucho. En un lado, hay a pocos metros una zona de tiro con arco, de lanza y otras armas. En otra dirección, una enorme piscina (¿olímpica?). Miro por detrás de la enorme cabaña y hay una rampa que va hacia abajo. Debe de ser empinada, porque no veo nada más.
-¡Vamos!-me grita Jerome en susurros algo alejado de mí.
Me acerco a él corriendo hasta que lo alcanzo. Subimos unos escalones del piedra del porche de la cabaña grande y nos metenemos en el interior. Por dentro, parece el vestíbulo de un hotel, rústico. Todo lo que hay, si es posible hacerlo, es de madera. Nos acercamos a un mostrador (de madera) en la que hay una mujer de mediana edad, de mi altura, rubia y con los ojos cerrados detrás del mostrador, de pie.
-Perdone-dice Jerome y la mujer abre los ojos de golpe.-Somos nuevos-yo soy la nueva, él no.-Nos gustaría hablar con el señor Swits.
La mujer asiente y sale de destrás del mostrador y se mete por una puerta. En pocos minutos, sale de nuevo, se mete detrás del mostrador y nos dice que podemos pasar.

Entramos por la puerta por la que la mujer ha entrado. Es un pequeño despacho que tiene en el centro un escritorio de madera oscura con varios papeles encima. Frente de éste, hay dos sillas de respaldos largos y de color marrón claro. Al otro lado, en una silla giratoria negra grande, se sitúa un hombre, que al vernos, se pone de pie.
-¡Jerome Clark!-exclama.-¡El mismo en persona!-dice con una enorme sonrisa y nos indica con una mano a que tomemos asiento.-¿Novia?-pregunta.
-No, ¡ja, ja, ja!
-¿No? ¿Seguro? ¿Tú, descendiente de Afrodita, tu padre siendo lo que es y no es tu novia?-dice, interrogante, con el propósito de oír un 'sí' de Jerome.-Hombre, hay que reconocerlo, es una chica bastante mona. ¿Seguro?
-Seguro. Es una amiga.
-Ah... una amiga-dice poniendo un acento extraño en la palabra 'amiga' e inclinándose hacia delante.
-La hemos descubierto en Minnesota. Es descendiente-dice y el hombre asiente.-Señor director, le presento a Annie Peet-dice y extiendo una mano y se la estrecho al hombre, que debe de ser el señor Swits, director.
-Encantada-digo y él inclina su cabeza.
-¿No sabías que eras descendiente?-me pregunta, incrédulo y yo niego con la cabeza.
-Su madre dice que desciende de Atenea y Artemisa. Pero mire su marca-explica Jerome que coge mi muñeca, la gira y deja al descubierto mi rayo de la muñeca.-¿Zeus?
El señor Swits pone cara de pensativo y se encoge de hombros.
-Para eso está aquí. Seguro que estáis cansados por el viaje. Jerome, vete a tu cabaña-dice y se inclina un poco hacia delante.-Leon ha estado preguntando por ti-susurra.-Annie, ven conmigo, te voy a enseñar tu cabaña. Claro que tienes compañera, si ibas a preguntar.

Salimos de aquel diminuto despacho y al salir de la gran cabaña, el director y yo nos giramos hacia Jerome.
-Buenas noches, nos vemos mañana-dice Jerome y me revuelve el pelo con una mano, y luego, se marcha. 
El hombre, me indica con una mano que vamos a andar y me coloco junto a él y empezamos a descender por la rampa de tierra que está detrás de la gran cabaña.
-Bueno, simplemente te doy la bienvenida al campamento para descendientes. Jerome te debe dehaber explicado la situación, ¿no?
-Sí.
-No veas el trabajo que me quita de encima-dice y empieza a reírse en un tono bajo.-Aquí descubriremos a qué dioses desciendes, aunque según tu madre, ya sabemos dos. Pero puedes descender de un tercer más. Además, a parte, aprenderás a controlar tus poderes mediante clases, pruebas... Mañana no, pero pasado, empezarás ya a practicar. Ahora te acompañaré hasta tu cabaña, que la vas a compartir con una excelente alumna más. Jerome me ha sugerido que seguro que te cae bien.
-¿De qué conoce a Jerome?
-¡No te alteres, chica!-exclama. 
Pero si ni siquiera me he alterado... Sólo he preguntado.
-Su padre de pequeño estuvo aquí. A partir de los decinueve años, puedes decidir irte o quedarte. ¿Sabes? Jerome, como su padre, es un chico muy travieso, pero es fuerte y suele preocuparse por los demás, además de tener una mente algo... En fin, 'rara'-dice y me mira.-Conozco a Jerome desde hace varios años y por sus actos, seguro que le 'caes muy bien'-dice y pone de nuevo el acento extraño de antes, al decir 'caes muy bien'.-No lo afirmo, pero estoy casi casi al cien por cien de que es seguro-dice y empieza a reírse.
No sé a dónde ha querido llegar a eso, pero bueno...

Nos paramos en un punto y veo que allí hay un estrecho río de agua cristalina que brilla a la luz de la luna. Hay también más cabañas, todas iguales. Si cruzas un puente de madera que hay a un lado del río, te encuentras otro conjunto de cabañas. Si siguiese corriente arriba del río, llegaría a un templo pequeño. Los distingo por las columnas que tiene. Nos detenemos delante de una cabaña de madera clara. Tiene un porche por el que se accede por el lateral y tiene los escalones de madera. Subimos las escaleras del porche y nos detenemos delante de la puerta. A través de una ventana que hay junto a la puerta, se ve que todo lo de dentro está absolutamente oscuro. El señor Swits llama a la puerta con suaves golpes y el pomo de ésta tarda varios minutos en dejar abrir la puerta, pero al final, se abre por completo.


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