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jueves, 3 de enero de 2013

Capítulo 18

Hola hola ^^

Siento no haberos publicado el capítulo estos días atrás =/ Simplemente, espero que os guste el capítulo y desearos un... feliz jueves(?). Ah, os aviso de que el siguiente capítulo (que me imagino que lo publicaré mañana o pasado) va a entrar en acción un personaje nuevo :D ¡No os lo podéis perder! :3  
También quería deciros de que haré una lista en un word sobre los libros que me voy a iré leyendo este año 2013, para ver cuántos soy capaz de leerme ^^ Al final del año, la publicaré aquí. He empezado bien, ya que justamente el 1 de enero empecé el segundo libro de Oscuros x]Saludines :)
 

 Capítulo 18: Explicaciones

Salgo de la enfermería tras varios minutos. Cladius, al verme salir me dice que no me mojase ni me quitase la venda durante unos días. Jerome acompaña y los dos llegamos a la gran cabaña.
-Te espero aquí.
Me meto dentro de la gran cabaña con aspecto de hotel y me dirijo al mostrador.
-Soy Annie y venía para hablar con mis padres. A llamarlos.
-¿Eres la chica herida?-pregunta la secretaria y asiento con la cabeza.-Cielo, ¿estás mejor?
-Sí, gracias por preguntar-le digo.-¿Qué le ha pasado a la chica que me ha herido?-pregunto suavemente.
-Está ahí metida. Le están dando una buena charla-me comunica la mujer.-Creo que durará más de lo que yo pensaba. Sobre tus padres... Puedes entrar en aquella cabina y hablar con ellos tranquilamente, luego te vas si quieres, le diré al señor Swits que hablaste con ellos.
-Gracias-le digo y me doy media vuelta y entro en la cabina azul oscuro con un teléfono colgado. 
Me pongo el teléfono en el oído sin pensármelo, antes de que sea peor y me eche hacia atrás y marco el número de teléfono de mi casa. Mi madre lo coge casi al instante.
-¡Annie!-exclama.-¿Cómo estás? ¿Tienes bien la herida? ¿Te duele? ¿Qué ha pasado?-me pregunta sin parar.
-Mamá... 
-Estamos muy asustados, no deberíamos...
-¡Mamá!-le corto.-¡Estoy bien! ¿Te lo explico desde el principio?
-Va a ser que sí.

Le empiezo a explicar desde mi llegada. Le comento que me pusieron de compañero a Nina, una chica que desciende de Poseidón. Le comento que me hicieron pruebas y que, definitivamente, desciendo de Zeus y le explico que ya sé manejar muy bien los poderes.
-¡Descendiente de Zeus!-exclama ella.-Mi hija... descendiente de Zeus...-dice, con tono de estar en un trance. ¡Es maravilloso!-dice ahora con un tono de estar orgullosa. Pero creo que debería de ver a los descendientes que hay por aquí.
Continúo explicándole que después de las pruebas, durante la semana, aprendí a manejar mis poderes (le comenté la clase donde maté a un cerdo electrocutando al animal).
-Creí que te gustaban los animales...
-Ya, pero no en especial los cerdos. Además, las cocineras lo iban a matar para la comida.
-Ah. Sigue
Continúo explicando que Nina me convenció para apuntarme a un campeonato de tiro con arco, que cuando volviese a casa le regalaría a ellos la medalla. Le digo que quedé finalista contra Amber, una descendiente de Artemisa y Hermes y un tercer dios que no sé. Lo peor: le comento que Amber me amenazaba con que lo lamentaría y que ella se vengaría...
-¡Qué malas pulgas tiene esa chica! Bueno, tu no te vayas mucho con ella, ¿vale?
-Sí, tranquila, aunque ahora empeora un poco.
-¡¿Qué qué?!
-Calla y escúchame.
Me salto la parte en la que Jerome me dio ese beso (que me resultó cálido) y me voy directa a la parte del campo de batalla, donde fui la única que aguanté y quité la bandera al equipo rival. Le cuento que Amber también era la única que quedaba de su equipo y me intentó matar o dañarme bien dañada, pero me abalancé contra ella, le quité la bandera azul (que era la de mi equipo) y corrí hacia mi territorio para poner la bandera del equipo rival.
-...Al clavarla, Amber aparece por un lado y con una espada me hace un corte profundo en el brazo. Pero no se sabe si fue válido o no porque el gong sonó justo cuando ella me hacia el corte. 
-¡Maldita niña! ¡Está loca! ¡Y sólo porque le ganaste en el campeonato!-dice mi madre con un tono de voz duro.

Por fin llego al final de esta historia y le cuento que Amber sigue metida en el despacho del director, aguantando una bronca horrible. Le digo que me llevaron a la enfermería y que me curaron...
-Y se acaba la historia-finalizo.
-Increíble. Entonces, ¿estás bien?
-Claro que estoy bien. Tengo una venda que tapa mi herida por si sangre o se infecta. El enfermero me ha dicho que en varios días, me la quitarán.
-Bien...
-Ahora...-trago saliva.-¿Tendré que volver con vosotros?-pregunto y el corazón se me para hasta que no oigo su respuesta.
-No, puedes seguir. Pero, prométeme que tienes que alejarte de esa chica.
-Claro, sin problemas. Me tengo que ir, saludos a papá, ¿vale?
-Vale. Adiós cielo-se despide y acto seguido, cuelgo rápida. 
Pienso unos momentos en la cabina. Todo ha ido bien, le voy a gastar una broma a Jerome. Salgo de la cabina y le digo a la secretaria que le informe al director que ya he terminado. Salgo de la gran cabaña y Jerome se levanta de un escalón del porche al oír mis pasos. Pongo cara seria.
-Llevas casi una hora ahí dentro. ¿Qué ha ocurrido al final?
-Vayamos a un lugar tranquilo y te lo explico-le digo aguantando las ganas de reír.
Nos dirigimos a la zona de camping, sin hablar y yo todo seria que puedo. Al llegar nos sentamos en el suelo y él cruza las piernas y me pongo delante de él, también con las piernas cruzadas.
-Cuenta.
-Mi madre quiere que vuelva-digo con la vista en el suelo, si le miro a la cara, descubrirá la verdad y yo me echaría a reír.
Jerome mantiene la calma y empieza a arrancar trozos de hierba del suelo.
-¿No puedes convencerla?-pregunta, extendiendo las piernas y me acerco a él entre sus piernas. Niego con la cabeza.-No quiero que te vayas.
-Ni yo irme...-digo y le miro a los ojos. Él sonríe y le pregunto:-¿de qué te ríes?
-Es mentira, te quedas.
-¿Cómo lo has descubierto?-pregunto asombrada.
-Estoy enamorado, no me puedes mentir. Además, se dice que los ojos son el espejo del alama y tus ojos marrones me lo dicen todo-dice y tras unos segundos, exclama de nuevo:-¡te quedas!
-Sí-afirmo, me echo a reír y me abalanzo sobre él y le rodeo con los brazos y lo beso. Un beso de felicidad que si pudiera, no pararía.

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