Hola! :)
Siento mucho la tardanza, me he entretenido escribiendo la otra entrada en mi otro blog, pero lo bueno es que aquí os dejo el capítulo 30. Please! He añadido una foto muy chula en el anterior capítulo, se ve bajando un poco ^^ Aquí os dejo el capítulo, beshines!
Capítulo 30: Cinturón de
Afrodita conseguido
Me acerco al cuerpo de Medusa y le giro el cuerpo
intentando no tocarle mucho. Le quito el objeto de la cintura buscando algún
tipo de broche o botón, pero no encuentro nada. Ahora que caigo, ¿y Nina?
-Jerome, ¿dónde está Nina?
-Preparando algo para deshacernos del cuerpo de Medusa.
¿No puedes coger el cinturón?
-No...-digo intentando quitárselo.
El cinturón es blanco por una parte y el resto es de
una especie de paja. En la zona blanca, tiene diamantes de un tamaño mediano de
tres colores: azul, rojo y verde. Toco un diamante y este se mete hacia dentro.
Jerome se acerca a mí.
-Hmmm... Parece un código.
-Venga, descendiente de Afrodita, tienes que
descifrarlo-digo propinándole un pequeño codazo.
-¡Cuidado! El agua la he calentado a ochocientos grados
de calor. Lo suficiente para quemar el cuerpo quemado. Puedo calentar y enfriar
el agua, siempre que no sea demasiada.
-¡Ya está!-dice Jerome y me giro hacia él, que sostiene
el Cinturón de Afrodita en las manos.
Se descuelga la mochila de la espalda y mete el
cinturón, pero antes de meterlo, saca una bolsa de plástico y la tira al suelo.
-Espera, no la tires. Quizás nos sirva para algo. No la
habrán metido ahí para que llevemos algo de peso-digo recogiendo la bolsa
blanca del suelo.
Jerome se encoge de hombros y se cuelga de nuevo la
mochila en la espalda. Nina está a punto de tirar la masa de agua caliente
sobre el cuerpo de Medusa, pero recordando los otros sueños, pienso que es
mejor llevarnos la cabeza, aunque la idea de llevarla en la mochila es espeluznante.
-Espera-digo.-Vamos a llevarnos la cabeza de Medusa.
-¡¿Qué?! ¡Qué asco Annie!
-Nos puede servir. En mis otros sueños salían más
monstruos, quizás nos sirva-digo y meto como puedo, sin tocar el pelo de
serpientes, la cabeza de Medusa y la bolsa y la meto en la mochila.-Ahora sí
puedes deshacerte del cuerpo-digo.
Nina tira la masa de agua sobre el cuerpo de Medusa que
se quema al instante y queda en cenizas. Lo que me asombra, es que la masa no
se ha extendido por todo el lugar, ha mantenido su forma. Debe de ser un truco.
Salimos de allí lo antes posible y unas preguntas me
pasan por la cabeza. Leí en un libro que de la sangre de Medusa apareció
Pegaso. Decido preguntarle a los dos, a ver qué me contestan.
-Una pregunta... de la sangre de Medusa, ¿no emergió
Pegaso?-pregunto.
-Sí, cuando la mató Perseo. Puede que sea verdad o
mentira, pero supuestamente, Medusa fue matada hace muchos siglos. Esta Medusa
puede ser un clon tan real y tan parecido que se puede confundir. Hay hechizos
para hacer clones de espíritus malignos-explica Nina y Jerome asiente con la
cabeza.
-Ah-suelto y saco el mapa.-Veamos cuál es nuestra
siguiente parada.
Extiendo el mapa y busco el número dos.
-Una... ¿piscina pública?-pregunta Nina.
-Debe de estar cerrada.
-Pongámonos en marcha-digo.
Andamos toda la carretera hasta llegar de nuevo a
Minnesota. Pregunto a un señor mayor si hay cerca una piscina pública. Me dice
que la piscina existe, pero ahora se están dando clases. Vuelvo con Jerome y
Nina y se lo explico.
-No podemos coger nada cuando estén dando clases-se
queja Nina
-Quizás no sea una piscina de Minnesota, quizás de
alguna otra ciudad-dice Jerome y le pregunta a una mujer que pasa por al lado
si hay alguna piscina pública que ahora esté cerrada.
Veo cómo la mujer hace movimientos con los brazos y
Jerome asiente con la cabeza. Cuando la mujer termina de hablar, Jerome se
acerca a nosotras.
-En Sprinfield hay una que está cerrada.
-Vayamos allí. No está muy lejos de aquí-digo.
-Cojamos un taxi.
-Demasiado lento. El tráfico nos retrasaría-replico.
-¿El tren?-pregunta Nina y los dos la miramos.
Jerome y yo nos miramos y le echamos de nuevo una
mirada a Nina.
-Cojamos el tren-digo con una sonrisa y echamos a andar
hacia la estación de tren más cercana que tenemos.
Ahora que caigo, no hemos comido ni hemos dormido.
Quizás en el tren haya un vagón comedor y comamos algo y durmamos un poco. Por
el camino, Nina de vez en cuando entrecierra los ojos o está a punto de
chocarse con una farola porque va andando dormida.
-Aguanta un poco-le digo de vez en cuando y cuando
llegamos a la estación de tren, la dejo que se siente en un banco.
Ahora es cuando debería de dormir un poco, pero se
mantiene despierta. El tren llega a los treinta minutos más o menos y le
preguntamos si se dirige hacia Sprinfield. Cuando oímos que sí iba, nos montamos en
uno de los vagones.
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