Hola! c:
Siento si he tardado en subir este capítulo (aunque en verdad, no tanto xD) hoy a pesar de que me han mandando muy pocos deberes, he tenido que estudiar algo y me he puesto a actualizar la página de Galería del blog, poniendo fotos de la saga Oscuros :3 (y también he actualizado la página de los capítulos de este tercer libro). Ya sabéis que cuándo queráis volver a leer un capítulo, sólo tenéis que pinchar en la página de uno de mis libros y después el capítulo que queráis leer de nuevo ^^ Nada más, aquí os dejo este capítulo. Besos C:
Capítulo 32: Piscina pública
Jerome y Nina se despiertan y el tren pega un brusco
frenazo que casi me pego un chocazo contra Nina, pero Jerome me agarra. Nos
bajamos del tren y en el andén recuerdo el sueño.
-¡Oh! Ahora vuelvo-digo y salgo corriendo a través de
los vagones hasta llegar al vagón comedor.
El camarero que está allí, sujeta el cuenco con la
manos.
-¡Espere! Vengo a coger algunos más, están muy buenos.
-Descendiente Annie, pensé que te irías sin pillar la
idea-me dice.
-¿Eh? ¿Cómo sabe todo eso?
-Increíble que no te suene... tienes que recuperar algo
mío... Puedes llevarte todos los caramelos.
Le miro detenidamente antes de caer en la cuenta quién
es.
-¡Oh! ¡Tu eres, tu eres!
-Sí, corre, el tiempo apremia-dice y me da el cuenco
con los caramelos.
Salgo corriendo del tren y me reúno con Jerome y Nina y
aguardo el cuenco con los caramelos.
-¿A qué viene eso?
-Me lo dijo Atenea en un sueño-digo con dificultad. He
pegado un carrerón.
No preguntaron nada más y nos dirigimos hacia la parada
del autobús para ir a la piscina. En un pequeño mapa que había en una pequeña
pantalla del autobús, ponían anuncios y las paradas que hacía el vehículo. La
piscina pública está junto a la plaza del Mercadillo (menudo nombre...). Jerome
insiste en que duerma un poco más, pero me niego porque en el tren ya dormí. Me detengo a pensar en cuántos días han transcurrido.
¿Dos? ¿Tres? No sé. Lo que sí es cierto que es viajamos de un lado a otro, no
hemos comido mucho (salvo en el tren) y dormimos poco. Esto nos está matando.
Pasan los minutos y al final, en la pequeña pantalla indica que la próxima
parada es la plaza del Mercadillo. Los tres nos levantamos de nuestros asientos
y nos colocamos cerca de las puertas del autobús, hasta que al fin para en la parada
y, como somos los primeros en salir, echamos a correr para quitarnos del
barullo. Nos detenemos en una esquina, lejos de la parada y veo que hemos
llegado a la gran plaza del Mercadillo. El nombre le viene de perlas, ya que la
plaza está llena de restaurantes, pequeños comercios, tiendas y puestos de
comida rápida y fruta. La plaza está llena de gente.
-Parece un centro comercial-comenta Nina.
Asiento con la cabeza y buscamos algún mapa.
Encontramos uno al lado de un pequeño puesto de fruta. El comerciante tiene a
señoras comprando y no para de decir que tiene una buena oferta en los
plátanos. Encuentro una mancha azul en el mapa que tiene el número siete y
busco en la lista del nombre de las zonas el número siete.
Exacto: la piscina. No está muy lejos de aquí, a unas
cuatro manzanas de la plaza del Mercadillo. Empezamos a andar y oigo cómo a
Nina le suenan varias veces el estómago.
-¿Hambre?-pregunto.
Ella asiente. Saco algo de dinero que guardé en la
mochila y cuento cuánto hay. Por lo menos, hay lo suficiente para comprarnos
una hamburguesa cada uno y un refresco. Nos detenemos en un puesto de comida
rápida y cada uno nos pedimos algo para comer.
Nos sentamos en un banco a comer y veo que Nina come muy rápida y el
refresco lo tiene casi terminado. Miro mi hamburguesa y veo que me queda un
poco más de la mitad. Comí en el tren y no tengo mucho apetito. Parto un poco
de mi hamburguesa y se la doy a Nina. Ella no la coge y niega con la cabeza.
-¿En serio?-le digo y ella se muerde el labio inferior.
Y la acepta encantada.
-Gracias.
-Comí en el tren.
Al terminar, nos ponemos de nuevo en marcha y en pocos
minutos, estamos cerca de un centro comercial.
-Estamos cerca-digo.
Me molesta que la gente que pasea por la calle se
detenga a mirarnos. A la vez, me preocupa. Es raro ver a dos chicas (una normal
y una con un arco y un carcaj llena de flechas) y Jerome... pues, sin
comentarios. Andamos la última manzana corriendo y a lo lejos, distingo una
gran cúpula de cristal. Corro aún más y le saco ventaja a Jerome y Nina. Llego a la puerta sin aliento, pero lo
recupero enseguida. Mis compañeros llegan y se tienen que sentar en los
escalones de la entrada. Dejo el arco y el carcaj junto a Nina y subo los
escalones de dos en dos y empujo la puerta.
-No, no, no...-digo.
Cerrado. Jerome se acerca a mí y me pone la mano en el
hombro.
-Tiene que haber una forma de entrar-digo convencida.
-Paremos a pensar-dice.
-¡No! ¡El tiempo que usemos para descansar es tiempo
que perdemos!-le grito, me libero de su mano y salgo corriendo.
Llego hasta un parque tranquilo sin mucha gente. No sé
por qué he reaccionado así, me siento agobiada, me pongo más en peligro a cada
paso que doy, pero sobretodo a ellos. Me siento frustrada, agobiada, mal... Mal, sobre todo mal en
todos los sentidos. No sé lo que me pasa, sólo sé que estoy incómoda por
dentro. La única pregunta que tengo es; ¿por qué todo esto a mi? ¿Por qué soy
descendiente? ¿Por qué no soy humana como todos? ¿Por qué acepte ir al
campamento? ¿Por qué tuve que ganar a Amber en la competición?
Como siempre todas las preguntas no se me resuelven. Lo
único que quiero hacer son dos cosas: echarme a llorar por todo...
O acabar con esto de una vez.
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