Siento mucho si he tardado en subir este capítulo, es que he estado demasiado liada para subirlo, solo tenía tiempo para subir entradas como las que he publicado ;) Quería decir que tengo que solucionar el problema de los enlaces de los capítulos 28, 29 y 30 de la página de capítulos de Annie y el ladrón de los objetos, aunque no sé cuándo podré, porque mañana me pasaré todo el día estudiando de nuevo. Pero lo solucionaré, tranquilos mientras podéis buscarlos en el buscador del blog ^^ Aquí os dejo este capítulo, saludos! :D
Capítulo
33: Grifo, algo inexistente
Me
quedo sentada varios minutos en el banco de piedra hasta que Jerome
llega corriendo. Sabía que iba a llegar. Estaba del todo segura.
Llega con aliento y se sienta al lado mía, con una sonrisa en la
cara.
-Nina
ha encontrado una entrada-dice.
Me
encojo de hombros. Me alegro. ¿Y?
-Bien-musito.
Jerome
suspira.
-Lo
siento, no te debí de agobiar. Esto está mal y te juro que el
ladrón lo va a lamentar-asegura.
Las
lágrimas se me escapan y me giro hacia Jerome y le abrazo,
rodeándolo por el cuello. Por fin alguien que me entiende, que me
consuela... que sabe como me siento. Me seco las lágrimas con el
brazo mientras él no para besarme en el cuello.
-Gracias-le
susurro.
Él
pone otra sonrisa de las suyas y dice:
-Te
conozco.
Le sonrío.
Volvemos
junto a Nina y me coloco el carcaj en la espalda y cojo el arco. Me
explica que hay una entrada trasera, que si la forzamos un poco
podremos entrar. La puerta es de hierro, pero está llena de dibujos
y no parece en muy buen estado. Me arrodillo y miro la cerradura.
-Podría
quemarla-propongo.-Pero a un alto voltaje y si estáis lo
suficientemente lejos y que nadie se acerque.
-Puede
haber otra solución...-dice Jerome, pero cuando le lanzo una mirada
para que se calle, dice:-Pero esa es la forma más rápida que
tenemos.
Nina
y Jerome se alejan lo suficiente y me froto las manos y las coloco
una encima de otra sobre la cerradura dorada. Empiezo a tener calor y
veo que los rayos me pasan por las venas del brazo y hacen un
destello amarillo en la manos. Lo bueno, es que los rayos los
controlo y no me quemo cuando hago este tipo de ejercicio. El
destello va cogiendo mayor forma y veo mis pies, que del suelo
aparecen rayos y pasan por mi cuerpo. Los coches que pasan dejan su
electricidad en el suelo y yo la absorbo. Aprieto más la cerradura y
el destello coge mayor tamaño. Aprieto los dientes hasta que escucho
un crujido y paro. Empujo la puerta y veo que estamos en la sala de
materiales de la piscina.
Aviso
a mis compañeros y estos se acercan corriendo y nos metemos en la
sala de materiales. Cierro la puerta como puedo y pasamos a la sala
contigua, la sala donde están las piscinas, para los niños
pequeños, que no tiene mucha profundidad, y la piscina grande, que
tiene gran profundidad. Ahora no tienen las boyas que se le suelen
poner para crear las calles, para no mezclar los grupos de natación
y que cada uno se ponga en una calle. La piscina está limpia y tiene
el agua fría. Nos separamos y empezamos a buscar. Jerome está
buscando en la sala de materiales, Nina en la piscina pequeña y yo
en la grande. Miro por el fondo, quizás hayan dejado la armadura de
Atenea. Esto está muy callado. De reojo, he distinguido un destello.
Miro de nuevo y veo que hay algo que brilla en el fondo. Recuerdo el
sueño: estaba en esta piscina pública, sin nadie nadando. Todo
bien. Miro el suelo y veo que con cinta adhesiva tiene puesto 5
m. En
esta parte estoy sola, con arco en mano y preparada para crear un
rayo si veo algo sospechoso. Entrecierro los ojos y la distingo: la
armadura de Atenea, lo que cubre el pecho de una persona. Aviso a mis
compañeros y en pocos segundos tengo a Jerome en al lado mía y a
Nina en el otro.
Señalo
la armadura en el centro de la piscina. Nina entrecierra los ojos
como yo y la distingue. Por la columna vertebral me pasa un
escalofrío y se oye un grito cerca nuestra que retumba en toda la
sala.
-¿Qué
ha sido eso?-pregunta Nina asustada.
-Otro
monstruo. Será mejor que cojamos la armadura y nos vayamos. Voy
yo-digo.
Me
quedo mirando el agua y mi cara se refleja en el agua cristalina. A
punto de lanzarme, Jerome me coge de la cintura y me arrastra hacia
atrás.
-Voy
yo-dice él.
Niego
con la cabeza.
-Yo.
Se
oye oye de nuevo el grito. Jerome se tira al agua y nada hasta el
centro de la piscina. Coge aire y bucea hasta el fondo. El techo se
rompe y por él entra...
¡un
grifo!
Un
grifo es una criatura mitológica, cuya
parte superior es la de un águila gigante, con plumas doradas,
afilado pico y poderosas garras. La parte inferior es la de un león,
con pelaje amarillo, musculosas patas y rabo. Cargo el arco con un
rayo y caigo en que en el sueño, Jerome no se tiraba a la piscina.
Algo va mal.
-Nina,
me voy a coger a Jerome. Puede estar en peligro. El grifo irá a por
mí, en cuanto me sumerja, protege a Jerome y a mí en algún campo
de fuerza acuático, sácanos de ahí como sea o entreten al grifo.
Ella
asiente con la cabeza y antes de lanzarme al agua, tiro el rayo al
grifo, pero lo esquiva de forma rápida. Tiro el arco al suelo y nado
hasta Jerome que intenta levantar la armadura. Nado hasta Jerome,
cojo aire y me sumerjo. Él siente que le estoy dando en el hombro
para salir rápidamente del agua y nadamos hacia la superficie.
Sacamos las cabezas del agua y veo que Nina está en el suelo,
tirando agua al grifo que está volando. El techo está nuevo. ¿Qué
ha ocurrido? Eso da igual. En un chorro de agua de Nina, el grifo
gira la cabeza y nos ve. Me giro hacia Jerome y le empujo hacia
abajo. Miro hacia arriba, los ojos me escuecen, pero da igual, quiero
salvar a mi amigo. El grifo se sumerge, aunque ocupa gran parte de la
piscina. Se me ocurre algo, pero será arriesgado para Jerome.
Sacamos de nuevo la cabeza y cogemos aire. Nos volvemos a sumergir y
abrazo a Jerome entre mis brazos.
Voy
a electrocutar al grifo, como hice con aquel cerdo del campamento.
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