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domingo, 21 de julio de 2013

Capítulo 29

¡Hola lectores! ^-^

Antes de ayer, cambié el diseño del blog, espero que os guste ahora como está :3 
Quería subir este capítulo ayer, o al menos, dejarlo programado para que se publicase solo ayer, pero no, yo soy la mentalmente desorientada, así que lo programé para el 20 de agosto xD Bueno, de todos modos, aquí os lo dejo y siento mi error xD


Recuerdo que este capítulo es algo largo, así que os llevaréis un ratillo más de lo normal al leerlo, por eso lo quería publicar ayer, porque ayer no estuve en casa durante todo el día y... en fin. Jaja.
P.D.: Pincha en más información para leer el capítulo.






Capítulo 29: La cena

Me siento entre Josh y una silla que el alcalde ha dicho que está reservada para su hija (tiene un hijo también). Aún sigo contemplando la gran sala en la que estamos: una de increíble altura que aquí se podrían mover con comodidad Dragnus, una sala  con suelo de parqué con un tono más claro que el del recibidor y paredes también de parqué, del mismo color que el suelo del recibidor. Hay más cuadros, pero no de pintores famosos, y una chimenea en la que se quema madera y da un tono acogedor a la sala. La mesa en la que se ha servido la comida, es larga, pero para unas quince personas o veinte, de sillones de respaldo altos y posa brazos y de asiento blando y cómodo. Frente a mí, se ha sentado Daniel y al lado de él, Niall. Al otro lado se sienta el hijo del alcalde, y al lado del hijo la mujer. Al final de la mesa, el alcalde, luego Josh, luego yo, la hija y Cat. La cena de cada uno está tapada con tapaderas de plata, sobre un mantel blanco que tapa toda la mesa. Hay cuencos de frutas, queso, pan y todo tipo de comida. Excepto dulces. ¿Lo dejarán para el final? En pocos minutos, entran en la sala una niña delgada y un poco alta, de pelo amarillo como el trigo y con unos tirabuzones que le caen sobre los hombros, con un  vestido de manga larga de color naranja claro. A la niña le sigue un niño más pequeño, algo regordete y bajito de pelo oscuro peinado hacia un lado y vestido con unos vaqueros y un jersey. Debe de ser el hermano pequeño. Ambos se dirigen corriendo hacia su padre, le dan un beso en la mejilla y se sientan en sus sitios: la niña junto a mí. Luego, entra la madre: una mujer de la altura del alcalde, regordita y con un pelo largo y liso del mismo color que el de la hija, con un vestido negro que recalca bien su silueta y con collares en el cuello. Y toma su asiento.

Unos camareros entran y destapan la comida: el primer plato es sopa de verduras y huele bastante bien.
-Para empezar-dice el alcalde-muchas gracias por haber asistido ante mi inesperada llamada. Quería hablaros de un asunto que nos interesa a todos, pero antes, saciemos nuestra hambre con el primer plato y antes de que traigan el postre, os explicaré-anuncia. Luego chasquea los dedos y dice:-Se me ha olvidado presentar; 4H, ellas es mi mujer Denny, mi hija mayor Luna y mi hijo pequeño, Dan. Luna tiene cierto interés en tus poderes-dice el alcalde mirándome y yo miro a la pequeña Luna que me mira con sus grandes ojos marrones y le sonrío.-Dan es un torbellino de nervios y todo lo que haga su hermana lo hace él. Le encantáis.
-¡Culo veo culo quiero!-grita Luna con voz dulce a su hermano pequeño mientras este le saca la lengua.
Tras el tradicional “que aproveche” me empiezo a tomar la sopa a sorbos y una vez terminada, nos ponen un plato de filete empanado con una salsa que nunca he visto y un poco de pollo. Todo muy rico y parece que los cocineros se lo han currado. Josh habla tranquilo con Denny y su marido, mientras que Cat y Niall hablaban y Daniel se entretenía haciendo reír al niño o al revés. Luna me habla de su colegio, de que es muy buena con las matemáticas y que por la tarde da clases de piano y violín. En resumen, una niña pequeña superdotada, seguro. Pero es agradable y aparenta a simple vista una niña pequeña malcriada. Luna me ha tocado varias veces en el brazo y eso me ha producido dolores y he evitado hacer muecas de dolor mordiéndome la lengua y frunciendo un poco el ceño, aunque ella no parezca que lo haya notado. Pero Daniel sí y me lanzaba miradas preocupada.
-Un poco de silencio-pide el alcalde haciendo suaves sonidos con el tenedor y una copa.-Quería decir lo importante. Niños, ¿podríais salir un momento del cuarto con mamá?-pregunta, mientras la madre suspira y se levanta marchándose de la sala con los niños.-La agencia meteorológica captó el otro día haciendo unas fotos una especie de nave dirigiéndose hacia el Bosque del Eucalipto.
Trago saliva. Y bastante.
-¿El otro día? ¿Cuándo?-pregunta Cat.
-Bueno, ya que ella no es la verdadera Noa-dice mirándome-la agencia de meteorología lo vio el día que en que desapareció la otra Noa. La verdadera-dice y ahora no soy capaz ni de controlar la respiración.
-¿Y cómo sabe que ella no es la verdadera Noa?-pregunta Niall.
-Porque se lo dije yo, el otro día, en la fiesta del Día Invernal-comenta Josh serio mirando al plato.-Y, con eso, ¿qué pretende?
El alcalde tose un poco y sigue.
-La mayoría de los votos posibles va en que, seguramente, esta Noa se tenga que ir algún día a su vida de la que haya... venido-dice y miro al alcalde con los ojos muy abiertos mientras siento que Daniel me mira.-He estado hablando con algunas personas importantes sobre el asunto y pensamos que esta Noa volvería a su vida una vez que hayáis salvado a la verdadera. Ahora, si queréis estar más tiempo con esta Noa y esperar más a salvar a la verdadera, no digo nada. Pero, ¿quién sabe lo que le estarán haciendo ahora a la otra? Es algo que nos inquieta. Por eso, no por seguridad de nada, ni por desprecio a esta Noa, creemos que es mejor que busquéis, encontréis y salvéis lo antes posible a la otra Noa.

Las piernas me empiezan a temblar bajo la mesa y aprieto los puños. Han visto la nave que se dirigía hacia ese bosque, como me había dicho Billy en la nota. Los niños entran de repente gritando “¡El postre, el postre!” pero a mí me da igual, sólo quiero volver al edificio cuanto antes, hablar con Dragnus y dormirme tranquila. Aunque... espera, dejaré que Dragnus intente hablar conmigo. Dejo mi mente tranquila y Dragnus entabla conexión conmigo.
-Hola Noa. ¿Cómo va esa cena?
-Pues no hay mucho que perderse. Conocer a la mujer y a los hijos y hablar de un tema importante. Necesito que me tranquilices.
-Hum...-dice mentalmente y oigo a lo lejos un pequeño gruñido mental.-Necesito que me cuentes ese pequeño 'problema' si es que lo es.
-Demasiado tiempo para explicártelo. Luego te lo contaré-le digo al notar que el joven que nos ha estado sirviendo pone bandejas sobre la mesa, y corto la conversación bloqueando de nuevo mi mente.
No me había dado cuenta, pero ya habían puesto todo tipo de postres y dulces sobre la mesa: turrón, chocolate blanco y negro, dulces, tartas de muchos sabores, vasos con granizados, helados...
-¿No tienes hambre?-me pregunta Luna. A ella no se le puede mentir cuando te mira a los ojos.
-Es que acabo de terminar de hablar con Dragnus, mi dragón-le digo con una sonrisa.-Para ver si todo iba bien en el edificio.
-¿Dragnus?-exclama ella dejando de beber de un granizado.-¿Ese dragón blanco tan bonito que a veces se ve por el cielo?
No puedo evitar soltar una risita.
-No, no. Ese blanco es una dragona y se llama Snowfall, es de Daniel. Mi dragón es el verde.
-Ah. A mí me gusta más el blanco-dice y le da un sorbo.-Pero el verde también es bonito.
Me como un trozo de tarta de nata y creo que galleta, un poco de turrón (aunque no tanto) y finalmente, un granizado de limón. Está muy frío y me entra un poco de dolor de cabeza, seguido por dolores en los brazos y sobretodo en la espalda. Llevo demasiadas horas sentada. ¿Dos? ¿Tres? ¿Cuatro? Noto pequeñas patadas bajo la mesa, pero no sé quién es. Miro a Niall: imposible, está entretenido comiendo un trozo de tarta muy grande de chocolate. ¿Dan? Tampoco, se zampa lentamente un helado de vainilla y parece comérselo lentamente para saborearlo con más tiempo, a pesar de que tiene ahí mucho. El que me queda, Daniel, que me mira con el ceño fruncido y una mirada de nuevo de preocupación. Hago una sonrisa, aunque falsa. Necesito ir al aire libre.
-Necesito salir al aire libre y estirar las piernas un poco-comento poniéndome en pie y captando la atención de todos.-Demasiadas horas sentada. Si me disculpan, saldré unos minutos.
-No problem!-me dice Dan con un tono de inglés perfecto.
-Si sigue este pasillo, llegarás a una terraza sin techo. Es agradable. Puedes quedarte allí todo el tiempo que quieras-me dice la mujer del alcalde y asiento con la cabeza.

Salgo por la puerta y sigo las indicaciones de la mujer y llego a la terraza: un lugar de paredes blancas con columnas que parecen sujetar el techo y de suelo... ¿arena? Me agacho y la toco: sí, arena fina y clara de playa. Tiene arriates que rodean la zona y en el centro, una fuente redonda con dos ángeles desnudos, uno con una trompeta y otro con un pequeño arco, echan agua desde sus bocas, como si sus voces angelicales fuesen en el agua. Además, hay bancos de sillón blando para sentarse. Me quito las sandalias y ando por la arena hasta llegar a un banco no muy cercano a la entrada. Cierro los ojos, y disfruto de la soledad. Se está muy bien aquí, un lugar ideal para leer o relajarse. Además, la arena en los pies haces que te sientas genial. Extiendo los brazos hacia los lados sin llegarlos a levantar y los dejo así. La espalda me duele menos y en los brazos ya no siento las quemaduras horribles. Oigo unos pasos que se acercan y abro los ojos, pero no veo a nadie hasta que noto que una mano me sube suavemente la tela del brazo. Me estremezco al sentir la mano cálida y algo de frescor en el brazo.
-Lo tienes peor: más rojo-me dice él.-Podrías coger fiebre.
-Y tú, ¿cómo sabes todo eso?
-Porque...-traga saliva-mi hermana pasó por ahí y murió-dice y le miro con tristeza. ¿Tenía hermana?-Murió a los once años. Se fue a ese bosque tras una discusión conmigo, y por mi culpa, cogió estas marcas y se murió porque tuvo una fiebre alta a causa de las heridas. Todo fue culpa mía.
Me quedo callada, y le intento consolar pasándole una mano por la espalda, pero me duele al hacerlo y la aparto.
-No fue culpa tuya. Sólo un accidente.
-Dime, ¿no te sentirías tú igual si le ocurriese eso a tu hermano?
-Ahora está lejos de aquí...-le digo, mirándome los brazos.-Están horribles.
-Te lo he dicho-dice.-Deberíamos buscar alguna forma de curar-dice con un tono más preocupado que sus miradas de antes y me coge de nuevo del brazo.-Quizás podamos bajar el color del rojo con algo frío-me dice mientras su mano se pasa por las marcas y hace que me estremezca.-Me preocupas porque me gustas y no quiero que te pase como a mi hermana.
Le gusto. Yo ciega y sin darme cuenta, pero solo logro decir:
-No me va a pasar lo que le ocurrió a ella.
Él suspira y en breves segundos, me dice:
-Venga, son más de las una y creo que la comilona ya se debería de haber acabado. Volvamos a casa.

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