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miércoles, 31 de julio de 2013

Un añito con vosotros :'3

¡Hola mis queridísimos lectores!


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Hoy hago un año con este blog! :D Estoy muy contenta. Quería daros las gracias a todos los lectores y fans de mi blog. Sé que muchos de ustedes visitáis este blog sólo para ver los vídeos del Rubius (algo que me decepciona un pelín, pues este blog iba expresamente dedicado a mis historias), pero al fin y al cabo, sois lectores del blog. También dar las gracias a todos aquellos que me apoyaron desde el inicio y tengo la fe en ellos en que seguirán leyendo mis historias :') 
En serio, muchas gracias a todos. 
El otro día conté las visitas que tienen mis libros y... bueno, vi que aumentaron notablemente (como dije). Hoy, como dije en una entrada, quiero poneros el capítulo 1 de todas las historias que están publicadas y además, poneros el primer capítulo de adelanto de las historias que darán sus letras por aquí próximamente :3 Síp, el primer capítulo de mis historias nuevas que estoy escribiendo, a ver si os gusta ;) 
Finalmente, dar las gracias a los 41 seguidores que tengo y espero que tanto ellos como los nuevos que vayan viniendo, se diviertan en este blog :3 
Como la entrada va a ser muy larga, pinchad en "más información" para leer los capítulos :)
Libros de mi mente



1.-La aprendiz del vampiro
Capítulo 1
Me levanté por la mañana un poco cansada porque la familia Joans estaba de obras en la casa, estaban ampliando la cocina. Era una familia rica, ya que le había tocado dos veces la lotería. Una familia con suerte en el dinero. Esa mañana mi padre estaba en casa. Es raro, normalmente estaría trabajando en la empresa.
-¡Kat!-me dice mi madre-buenos días. Tenemos que darte una gran noticia-me dice entusiasmada. Yo le echo una mirada a mi padre y él me dedica una simple sonrisa de vergüenza.-¡Nos mudamos!
-¡¿Qué?!-grito-¡¿por qué?!
-A tu padre le han destinado a New York. Su empresa está aumentando por momentos y se tienen que expandir. Tu padre se convertiría en jefe de la empresa en New York y...-la corto en el instante.
-¡Tendré que aprender más cosas!-le digo, refiriéndome a un idioma.-Me cuesta mucho los idiomas, encima, tendré que hacerme nuevos amigos y tendré que ir a un instituto nuevo, con seguramente, nuevas asignaturas-les digo.
-Sí, pero mira el lado bueno.
-¿Qué lado bueno, mamá?
-Aprenderás nuevas costumbres, un nuevo idioma, nuevas cosas
-Tendrás que hacer nuevos amigos, claro. Pero te adaptarás fácilmente-dice mi padre.-Encima, me subirán el sueldo. Tendremos una casa más grande y quizás, criadas.
-Quizás-replico.-No me gusta la idea.
-Habrá playa...-dice mi madre, con tono de convencerme, pero no es así.
-Cómo si aquí no hubiese
-Aquí hay, no hayamos dicho que no haya, pero aquí, las temperaturas son más altas que allí. Allí hará fresco y no iremos a menudo.
-Estás bien informada-le digo a mi madre con una mirada asesina.-Bueno, lo tendré que consultar con mi interior...
-Tienes cinco días como mucho-me dice mi padre.
Asiento con la cabeza y me levanto, lista para ir al instituto. Preparo la maleta. La idea de mudarme me atrae, porque podré conocer a gente nueva, también aprenderé más cosas de las que sabía. La parte que me horroriza es que nunca volveré a ver a mis amigos, ni podré volver a mi lugar de origen, porque nunca sabremos cuando le darán las vacaciones a mi padre; igual se las dan en mitad del curso escolar... ¡Qué no, qué no!


Me despido de mis padre y me voy hacia el instituto. Hoy voy temprano, raro, pero es cierto. Por el camino, voy sola, meditando sobre las cosas de la mudanza, las cosas buenas y las cosas malas. No sé cómo se lo diré a mis amigos y a mis amigas... Voy cruzando el puente que dirige al instituto y me encuentro a Debbie, mi mejor amiga.
-Hola Kat-me dice.
-Hola Deb. Tengo que comentarte un asunto...-le digo con una cara triste-ahora que estamos solas.
-¿Es algo malo?
-Depende de qué punto de vista lo veas
-Venga vale, cuenta.
-A mi padre lo han destinado a New York y por mucho que yo no quiera me tengo que ir con él y mi madre.
-Estás de coña... ¿en serio? ¿Me lo juras?
-No, es verdad. Te lo juro. Yo no me quiero ir...-le digo mientras una lágrima me baja por la mejilla.
-Es que no te puedes ir.  ¿Y el instituto? ¿Y los demás? ¿Y por qué a New York?
-La empresa está aumentando por momentos y quieren llegar lejos expandiéndola por lugares lejanos. Mi padre es uno de los empleados más fieles del jefe y si se va a New York, será el jefe de la oficina que monte allí
-Pero puede rechazar el contrato-dice mi amiga, con la cara llena de ideas para que me quede. Niego con la cabeza.-Mierda, ¿ya lo ha firmado?
-Sí
-Y tiene que ser New York...-me dice triste.

El resto del camino no hablamos, yo ya me he tranquilizado contándoselo. Se le veía afectada, y mucho. Éramos las mejores amigas desde que nacimos y ahora me tengo que separar de ella.
-Míralo por el lado bueno-me dice-podrás descubrir más lugares y nuevas lenguas...
-¿Sabes? Te pareces a mis padres... además, para mí ya es algo "bueno" pero... ¿y para ti?
Las demás clases pasan normales hasta la salida. Debbie me da una nota y me dijo que
la leyese en casa. No me podía resistir y mientras cruzaba el puente, vacío cómo siempre, abro el trozo de papel que estaba doblado a la perfección.

Kat, no pasa nada. Si te tienes que ir es que te tienes que ir. Yo lo soportaré, pero quiero que estés tranquila porque quiero que sepas que no tendré una mejor amiga como TÚ. Vete a New York, ya hablaremos
Al leer la nota me hace llorar y dos lagrimones me salen de los ojos. Esa noche no cené y el resto de la semana lo pasé fatal guardando mis cosas de los cajones. Decidí dejar fuera mi peluche favorito: Mie, un gatito blanco y peludo. Mi último día, mis padres me dicen que si quiero, puedo ir a despedirme por una última vez de Debbie. Yo acepto encantada, subo a mi habitación, cojo mi peluche y cojo calle arriba en dirección a la casa de Debbie


2.-Mis Juegos del Hambre

Capítulo 1

Me levanto con el corazón a cien por hora, he tenido una pesadilla. Pronto se acerca el Día de la Cosecha de este año y lo que he soñado es que salía de tributo. Me quedo tumbada en la cama, pensando en que ocurriría si saliese tributo... Estuve unos minutos tumbada hasta que me calmé, el corazón latía a su ritmo normal y después, me metí en el cuarto de baño. Aún eran las seis de la mañana cuando salí del servicio, y no tenía ganas de dormirme un rato más, por miedo a que aparezca la pesadilla de la que acabo de despertar. Me vestí con ropa cómoda porque necesitaba ir a la Pradera, es el lugar más tranquilo de mi Distrito. En mi Distrito hay algunas fábricas en la que se dedican a trabajar los vehículos. Porque en mi Distrito nos dediquemos al transporte, no tenemos ni un sólo coche, ni una moto... Sólo tenemos la estación del tren, en el que se paran algunos trenes para repostar o trenes que están averiados y los tenemos que arreglar. Sólo vemos algún coche u otro vehículo cuando en el Capitolio se estropeaban. Los Distritos que están cerca del mío, son el 2, el 11 y el 4. El Distrito 11 trabaja la agricultura, y es el Distrito más grande de todos. También tenemos cerca el Capitolio, por eso nos dedicamos al transporte, porque vivimos cerca de él. En el Distrito 4 se dedican a la pesca y el Distrito 2 se dedican a proveer bloques de piedra y herramientas de talla.

                                                                                       

Salgo de casa y me dirijo a la Pradera. Hay personas en mi Distrito que son adictos a la morflina, que es una especie de droga que se ve mucho por mi Distrito. Mi madre se separó de mi padre porque era adicto a esta especie de droga, por eso, yo ahora vivo sola con mi madre, no tengo hermanos. Para ir a la pradera, tienes dos caminos; el primero es el más largo tienes que ir a la plaza del Ayuntamiento, que justo en frente está el Edificio de Justicia, a parte, tienes que pasar varias calles largas. El otro camino es el que yo siempre cojo, el más corto, pero para ello tienes que haber estado viviendo en este Distrito desde años, porque hay algunas personas que no son capaces de memorizar las calles que hay que coger y se pierden. Yo de pequeña, iba con mi padre a la Pradera y siempre cogía el segundo camino. Hay callejones estrechos que conducen a otras calles, es como un laberinto. En casi media hora, ya estoy sentada en la Pradera, que sólo tiene algunos cuántos árboles. Al lado de la Pradera, está la alambrada, que es una red bastante alta (de unos 6 metros de altura y a parte de que rodea todo el Distrito) que está la mayoría de las veces electrificada, porque al otro lado hay un enorme bosque, lleno de animales salvajes (ciervos, conejos...) y cazarlos está contra las leyes. Recuerdo una vez en la que un hombre tenía a su mujer a punto de morir de hambre y excavó bajo la tierra que hay junto a la alambrada para colarse y cazar. Un agente de la paz, lo vio volver con varios conejos cazados y estuvieron a punto de ahorcarle, pero éste le perdonó la vida y le dejó que se llevase los conejos.



Me tumbo en el verde campo y miro al cielo, que tiene un tono celeste. Me quedo allí tumbada, pensando en mi pesadilla. ¿Será verdad que saldré en estos Juegos

del Hambre o ha sido solamente una pesadilla normal? Muchos niños sueñan que salen como tributos, yo lo soñaba cuando era más pequeña y me despertaba llorando y mi madre venía para cogerme entre sus brazos y tranquilizarme. Me acompañaba cada vez que tenía esa pesadilla y se quedaba sentada en el borde de mi cama hasta que estuviese de nuevo dormida. Este año se celebran los 68º Juegos del Hambre, que exactamente empieza la semana que viene. Cierro fuertemente los ojos porque no soporto la idea de que mi nombre salga de aquella urna. Los abro de nuevo y veo como dos sinsajos vuelan camino del bosque. Los sinsajos es una nueva especie de ave del Capitolio. Un año, los Distritos se revelaron contra el Capitolio y éste creo los charlajos, que eran capaces de memorizar cualquier conversación humana, de ese modo, el Capitolio se enteraba de los planes de los rebeldes. Cuando éstos se dieron cuenta, empezaron a conversar de manera falsa, mientras que tenían otro plan en mente. El Capitolio se dio cuenta y abandonaron a todos los charlajos. Estos pájaros se aparearon con las hembras, las sinsotes y de ahí salieron los sinsajos. Los sinsajos también son capaces de memorizar algunas cuantas notas y se callan para oírlas y memorizarlas.



Me incorporo poco a poco hasta que logro sentarme. Ya es hora de que vaya a casa, mi madre debe de estar levantada y puede que preocupada, aunque creo que sabe dónde estoy. Me levanto y ando hacia mi casa, cogiendo de nuevo el camino de antes, el más corto. Antes de adentrarme en las estrechas calles, me detengo y lo pienso mejor, para echar el paseo iré por el camino largo. Me doy media vuelta y empiezo a andar. Al cabo de unos minutos, ya estoy en la plaza del Ayuntamento y veo que hay personas que están preparando el escenario, la gran pantalla, las cuerdas donde se clasifican los niños... Me entra en escalofrío por la espalda y salgo corriendo de allí para no tener esa idea en la mente. Por el camino me encuentro a hombre y algunas mujeres que van de camino hacia las fábricas para trabajar, en este Distrito, cualquier trabajo (cuidar la casa de otra persona, trabajar en las fábricas...) sirve con tal de conseguir un poco de comida o algo de dinero. Por fin llego a casa y veo que mi madre está en la cocina, bebiendo té. No me dice nada cuando llego, porque se imagina donde he estado.

-¿Otra pesadilla?-me pregunta, dejando de ver y yo asiento con la cabeza. Ella se levanta y me da una taza de té. Está caliente y me la voy bebiendo despacio. Cuando ya he terminado de beber, pongo la taza en el fregadero. Mi madre ya se había ido a trabajar, se queda de niñera con algunos niños. Me quedo allí de pie al lado del fregadero pensando en qué hacer hasta que llaman a la puerta.



3.-Annie y el ladrón de los objetos

Capítulo 1: El instituto

Me levanto gracias a mi padre, que me llama a voces desde el piso de abajo.

-¡Annie! ¡Annie!-me grita mientras entra por la habitación.-¿Es que no te has enterado?

Me levanto de mi cama y poco dormida. Hoy es el primer día de clases, septiembre, una vez más el instituto empieza de nuevo y yo avanzo un curso más. Mi amiga Patricia me llamó ayer para quedar, pero me negué rotundamente no tuve motivos para explicarle la verdad porque era simplemente que no tenía ganas. Así que le conté que mis padres me habían castigado, y hoy iba a venir a pedir explicaciones.



Mi padre se va y me visto con algo de ropa de invierno, porque en Minnesota las temperaturas son un poco bajas, por no decir bastantes. Me pongo unos pantalones negros cómodos largos y una camiseta de manga larga de rayas anchas de colores blancas y verdes y me calzo unos botines blancos. Bajo a desayunar a la cocina y me encuentro a mi madre despidiendo a mi padre para que se vaya al trabajo. Éste, al verme bajar los últimos escalones me señala con el dedo y me dice:

-Existe la palabra y el objeto llamado despertador, ¿sabes? Ya han empezado de nuevo las clases, toca madrugar Annie-me dice y acto seguido sale por la puerta y mi madre cierra. Me quedo allí de pie y mi madre me habla.

-Venga, a desayunar cielo.

Me voy hacia la cocina y me siento en una de las sillas blancas y mi madre me pone un tazón de leche con cereales y una cuchara y empiezo a desayunar. Al ver el reloj de la cocina, veo que las agujas marcan las siete y media y las clases empiezan a las ocho. El primer día siempre tenemos dos horas de tutoría y el resto, recreo o puedes estar en las clases o pasillos.



Termino de desayunar y me coloco mis patines negros y rosa oscuro y me pongo la protección. Normalmente voy en bicicleta, pero se le ha pinchado una rueda y tengo que ir en patines, cargando con una bolsa para meterlos al llegar al instituto. Por la calle patino rápida, tengo práctica. No me extraña que la gente me mire cuando voy por la calle, mi amiga dice que soy atractiva, pero al verme en el espejo veo un largo pelo liso entre rubio y castaño claro con un flequillo siempre a la derecha, una nariz, una boca y dos ojos grandes marrones. No sé en qué soy atractiva. Llego al instituto a los veinte minutos y me paro detrás de la verja que hay y me quito la protección y los patines y lo meto todo en la bolsa gris y me calzo de nuevo los botines blancos. Otros alumnos vienen en autobús, otros en bicicleta, en patines o los padres le traen en coche. Me dirijo hacia la entrada y subiendo los escalones de ésta, veo que han hecho un aparcamiento para coches. Es nuevo, el año pasado no estaba. Serán para los profesores y alumnos mayores que ya tengan el carné de conducir. Me meto entre los pasillos y me dirijo al barullo de gente que hay a lo largo de una pared, viendo las listas de las clases.



Al girar la esquina de un último pasillo, una mano se coloca en mi hombro izquierdo y me paro. Patricia.

-Ya me puedes dar explicaciones, Annie porque sé que ayer no estuviste castigada-dice enfurecida.

-Tienes razón-le digo girándome hacia ella.-Ayer estuvieron en mi casa mis primos pequeños y me tuvieron entretenida hasta bien tarde y cuando me llamaste, no podía dejarlos solos-miento, pero ella se limita a asentir.

-Eso está mucho mejor, pero... claro, cuidar de tus primos pequeños es... como un castigo, ¡ja, ja, ja! Mi pobre buena amiga-dice mientras echa un brazo suyo por encima de mis hombros.-No hace falta que veas las listas, nos ha tocado en la misma clase. Este año estamos en el piso de arriba.

-¿Escaleras, entonces?-pregunto porque un año me tocó subir todos los días subir unos veinte escalones y era muy agotador cuando vas cargada con carpetas, libros... Patricia asiente con la cabeza y nos dirigimos a subir las escaleras.



Este año han venido alumnos nuevos, como todos los años, pero este año han venido más que ninguno. Nos quedamos quietas en medio de las escaleras y mi amiga me coge de la muñeca y me aparta a un lado y me clava sus ojos claros en los míos.

-¿Qué pasa?-pregunto.

-¿No te has dado cuenta?-pregunta.

-¿De qué me tengo que dar cuenta?

-Ése hombre de ahí es nuestro tutor, es maestro de ciencias-me dice, señalando con la cabeza a un hombre alto, de hombros anchos y pelo gris.

-Empezamos bien el curso. ¿De ciencias has dicho? Verás lo que nos va a liar éste...-susurro mientras el hombre pasa. La miro y ella sigue con su mirada al hombre.-Eh, te ha crecido el pelo.

-¡Te has dado cuenta! Hoy vienes dormida, eh-me dice mientras le toco su pelo largo rubio.



4.-Los 4H: 3 minutos para salvar el mundo

Capítulo 1: Sin ideas



Salgo de la ducha con el pelo mojado, me da igual no sacármelo. Mañana tengo que entregar el siguiente capítulo al señor Alan para que lo publique en el periódico del barrio, sino, me puede caer una buena bronca. Menos mal que me he acordado, sino, no sé que haría. Me siento frente a la pantalla del ordenador y cierro la puerta de mi cuarto. Miro el reloj de mi mesita de noche: marca las 23:37. Venga va, solo una hora. No más de tres, como la última vez. Abro la carpeta que tiene como nombre “Periódico” y busco el capítulo que publiqué hace dos semanas. Estas dos últimas semanas del mes, tengo que publicar otro capítulo.

-¿Por cuál iba?-me digo a mí misma. Ya ni me acuerdo. En un documento de escritura, veo escrito “Cap. 13”.-Ah, por el 13. Tengo que seguir con el 14.

Minimizo la carpeta “Periódico” y abro un nuevo documento, o como lo llama el ordenador; un word.

-Venga, va. ¿Cómo puedo seguir?-me quedo pensativa y en la pantalla del ordenador veo con dificultad mi cara, con el ceño fruncido.-Venga, tengo que empezar ya-digo y empiezo a pulsar rápidamente las teclas del teclado.

Las calles están oscuras, no hay ningún alma, excepto unos muchachos que rondan unos veintitrés años y que deben de tener una buena borrachera encima. Le doy un codazo a Louis y éste observa con detalle y el ceño fruncido a los muchachos, que no paran de reírse y señalarnos mientras se acercan a nosotros.

Ahí me quedo. Venga, yo puedo yo puedo... Apoyo la cabeza con mis manos mirando al teclado y me estrujo el cerebro. Un poco más, sé que puedo.

Los muchachos se acercan poco a poco a nosotros dos. Vaya lata dar un martes 13 una guardia de noche, mientras que Lucy y Geo están en el edificio 4A durmiendo tranquilos. Un muchacho, el más alto, deja caer al suelo la botella de cerveza que tenía en la mano y con gesto de asco, nos señala.

-Vaya vaya... Los guardianes-dice y escupe al suelo.

Louis gruñe un poco y se hace invisible y ahora sí que no sé sus pasos.

-Tu amiguito se ha ido-dice uno.

-No me digas-le contesto.

¿Ahora tiene que ser? Llaman a la puerta de mi cuarto y digo un “adelante” en susurro para que pase quien esté llamando. Mi madre, con su albornoz rosa y blanco asoma su cabeza con su pelo largo castaño mojado.

-¿Aún sigues escribiendo?

-Menuda pregunta. Sabes que lo tengo que hacer.

-Como tu veas, pero sabes...

-Que papá no prefiere esto-le corto.-Si no me molestases, iría más rápida.

-Calla y escribe, gruñona-dice guiñándome un ojo y se marcha. Sigo.

Louis cobra su color detrás de los muchachos borrachos y me hace un gesto de silencio. Se vuelve de nuevo invisible y empuja a dos de ellos. Me agacho y coloco la manos en el suelo y se congela al instante. Uno de los dos ebrios, se resbala y cae de culo. Los otros tres se acercan a mí pero nada más pisar el hielo con cuidado, les congelo los pies hasta las rodillas. Louis aparece al lado mía y se apoya en mi hombro.

-Hala, os quedáis ahí-dice mi amigo.

Una ráfaga de aire frío interrumpe mi capítulo 14 para el periódico. Giro el cuello en dirección a la ventana y veo que está abierta. Me corrijo: se acaba de abrir. Hace unos minutos, estaba cerrada. Me levanto, la cierro y vuelvo a mi sitio a seguir escribiendo. Me tapo la cara con las manos y miro la hora: 23.57. ¿Aún?

-Dios...-me quejo y pongo los brazos sobre el escritorio y escondo mi cara, tocando el teclado, aunque no sé qué. Cierro un momento los ojos.-¡No! No puedo quedarme dormida-me digo a mí misma y miro la pantalla. En el word, se ha escrito muchas “a” y ahora las tengo que borrar.-Me cago... ¡Tengo que seguir!-grito en voz baja.

Louis y yo pasamos la noche de guardia tranquila, pidiendo a algunos trabajadores que lleguen a casa con calma, sin armar ruidos por la calle. Es hora de silencio. También, pasamos la noche congelándole los pies a algunos “rateros” como los llama Lucy.

Paro de escribir. He oído el crujido de una tabla del suelo de mi cuarto. Miro a todos los lados.

-Imaginaciones mías, tengo sueño y oigo cosas del más allá.

Miro la palabra “ratero” durante varios segundos. Miro al reloj: 00.15 marca. Miro a la pantalla y muevo la flechita para pinchar en varias cosas en el ordenador. Un momento, no se mueve. Lo pruebo varias veces.

-No no no no no no no no. ¡No! Vaya churro de noche llevo.

Pues nada, a reiniciar el ordenador se ha dicho. En la torre del ordenador, le doy al botón para reiniciar y cierro los ojos cogiendo la postura de antes. Oigo a los pocos segundos la música de inicio que sale cuando el ordenador ya se ha encendido. Abro corriendo el word, ¡se ha guardado! Lloro de alegría... por el interior.



Empiezo leo todo lo que llevo escrito, desde el principio al final. Llaman a la puerta y veo el reloj: 00.33. Mi hermano pequeño, Tom, entra con su peluche favorito en la mano, un oso negro y al que le falta un ojo y con cara de sueño.

-Helado...-dice.

-¿Qué-digo, me levanto y lo cojo en brazos.-¿Qué estás hablando, Tom?

-Helado... Quiero uno.

-Mañana te lo compro-digo, aunque es raro, es noviembre. Me lo llevo en brazos hasta su cama, que está a pocos pasos de mi habitación y lo arropo, poniéndole la caja de música que tiene para que duerma tranquilo.-A dormir.

Vuelvo a mi dormitorio y me siento en la silla, preparada para seguir escribiendo, aunque es poco y no creo que al señor Alan le guste... Pero es lo único que tengo del capítulo y lo único que puede leer. ¿Escusas? Que no he tenido tiempo. Tengo que intentar algo más... Toco la nota “K” del teclado y noto como si un enorme mosquito me pinchase en la parte superior del codo. ¿Qué me ocurre? Empiezo a ver las letras del word borrosas... Me levanto con dificultad para tirarme a la cama y dormir, me no llego, me caigo al suelo, pero algo o alguien que no logro ver, me ha cogido. Para entonces, yo he cerrado los ojos y lo que me ha cogido para evitar el ruido... Ya se ha ido.



5.-Los 4H: La venganza de sombra

Capítulo 1: Brisa marina Ah... el mar, el océano Atlántico. Dos días aquí y estamos en el Paraíso. Marisco por todas partes, un olor a sal, una brisa marina (¿u oceánica?) que te mece el pelo y te relaja. El alcalde nos comunicó que tenía un pequeño detalle para nosotros por todas las cosas que hemos hecho por la ciudad, y en el último caso, por el mundo. Así que planeó un crucero por el Atlántico durante un par de semanas para relajarnos, adiós al estrés. Todo eso ocurrió en invierno, cuando la ciudad estaba aún nevada y hacía mucho frío. Eso queda apartado. Durante el invierno, hubo un pequeño concurso en el que todos participaron animados y que ahora, todos los que fueron elegidos, están aquí en el barco. Sí, un total de unas doscientas personas más o menos. Luego, el doce de junio, partimos a la ciudad vecina que da al norte de nuestra ciudad y zarpamos con esas doscientas personas, el alcalde y su familia y nosotros. Incluso los dragones. Todo incluido en el barco. Sí, el alcalde debe de haber pagado una fortuna, pero el barco está genial: es enorme y tiene una piscina grande en el centro y un jacuzzi para aquellos que quieran bañarse, aunque sólo se lo permitan a los adultos y a nosotros. Hay una parte en la planta de abajo de la cubierta que está totalmente reservada para los dragones, y que tiene una parte del barco por la que salen. Una zona rara, pero mientras Dragnus y Snowfall estén bien, estamos tranquilos. Una parte de la cubierta está reservada para el capitán y la tripulación que dirige el barco; por debajo de la cubierta, están todas las habitaciones de todos los que están en el barco. El comedor está junto a la piscina, un bufé libre en el que siempre hay una parte de marisco, aunque también hay verduras, carne y fruta. Y postres, no podían faltar. Nuestras habitaciones están aisladas de las del resto, pero siempre tiene que visitarnos alguien. Dormimos de manera individual, y son cuartos pequeños que constan de una cama de matrimonio, un cuarto de baño (con lo básico, bañera, inodoro y el lavabo), un pequeño armario, una mesa y una silla. Al menos, en la mía, nunca he entrado en la habitación de los demás. Además, tienen ventanas redondas y grandes. Cómo decía, un barco muy grande y espacioso. Por último, he de decir que no tuvimos ningún ataque más desde que “derrotamos” a Sombra; además, he de reconocer que he intentado teñir mi pelo de otro color, un marrón oscuro o un castaño claro, incluso negro, pero este pelo no absorbe bien el color y se queda tal cual: blanco. Al menos, quiero ponerme un poco más morena de piel tomando al menos una hora diaria junto a la piscina, que hay hamacas. Pero mi piel no parece cambiar de color. Suspiro indignada.

Doce de junio. Llevamos dos días en el crucero.



Observo a través de los cristales negros de mis gafas de sol negras a los niños pequeños (entre siete y diez años) correr por los alrededores de la piscina y el padre, madre, hermano o hermana mayor va detrás para detenerlo. Hay muchos niños, pero sobre todo, adolescentes. Y cuando digo adolescentes me refiero a chavales de entre doce y diecisiete años. Niños hay pocos, como decía antes, entre siete y diez años. Y adultos muchos, aunque no sé por qué vienen, si es por los hijos o porque le gustamos. Yo creo que es por lo primero. Cierro los ojos y respiro la brisa marina. Me encanta el océano, siempre me ha gustado. Abro los ojos de repente tras oír un sonido fuerte procedente del bufé y me siento en el borde de la hamaca. Es algo involuntario que hago, de oír tantos sonidos fuertes me da la sensación de que hay problema. Al ver que no hay nada extraño, me vuelvo a tumbar y esta vez no cierro los ojos, pero sí los entrecierro un poco. Alguien se coloca junto a mí y giro la cabeza: un padre de tener pinta de treintañero, tiene a sus dos hijos junto a él y de su cuello cuelga una cámara de fotos.

-Perdona por molestarte-dice el padre-mis hijos quieren hacerse una foto contigo si no te molesta.

-Claro, sin problemas-digo y me pongo en pie.

Los hijos deben de tener unos diez años y parecen ser gemelos. Nos ponemos junto a la barandilla del barco y les paso un brazo a cada uno por el hombro, pero antes me subo las gafas y me las coloco sobre la cabeza. El padre pone una pose y tiene pinta de ser fotógrafo de verdad.

-Decid patata-comenta el padre con una sonrisa y los niños lo dicen y yo sonrío. Cuando el flash salta, el padre observa la foto y sube el pulgar en señal de que está bien. Quito los brazos sobre los hombros de los chicos y veo cómo se estremecen.-Muchas gracias.

Me encojo de hombros y veo cómo el padre y sus hijos se reúnen con una mujer. Me coloco bien las gafas y vuelvo a mi hamaca para que mi cuerpo pálido y delgado intente absorber al menos un poco de luz. Cuando me estoy acomodando, de nuevo una  persona se coloca delante de mí.

-Con que, tomando rayos de sol, ¿eh?-dice con su voz burlona y unas gafas de sol rojas y de cristales negros. Él ha cambiado mucho, me da la sensación de que se ha vuelto un poco más... gracioso.-El jacuzzi ha empezado a echar burbujas, ¿te apuntas?-dice extendiendo una mano, pero no le hago caso.-¡Por Dios, Noa! ¿No ves que eso te resulta inútil? Tú estás bien, hazme caso.

Extiendo una mano y él me ayuda a levantarme de un salto.



Nos vamos al jacuzzi, pasando junto al borde de la piscina en la que ahora se baña mucha gente. Cuando pasamos por la zona profunda de ésta (dos metros) empujo bruscamente a Daniel y cae al agua. Directamente, no espero a que saque la cabeza ni salga y me tire, sino que salgo huyendo. Es capaz de cogerme en volandas y tirarme al agua. Llego al jacuzzi antes que él y entro despacio y me acomodo en una esquina de la piscina de hidromasaje y antes de mojar los brazos, me pongo de nuevo las gafas sobre la cabeza, ya que el sol ahora me da de espaldas. Veo como un puñado de niños llegan con cubos de playa (no sé qué hacen con esos cubos ni cómo lo han conseguido) y se divierten mojando a Dragnus y a Snowfall.

-Al menos, me mojo-me comenta Dragnus mirándome y no puedo evitar sonreír.

Daniel llega a los segundos de yo sentarme. Está empapado totalmente y con una mirada acosadora. Nada más verme, se mete corriendo y me dice:

-Cuándo te coja...-pero se detiene al ver que las tres o cuatro personas le miran con curiosidad y un poco de espanto ante aquella reacción.-Buenas tardes-dice con voz más formal y se coloca junto a mí.-Cuándo te coja, señorita, te vas a enterar de lo que valgo. Le he tenido que pedir una toalla a un chico de seis años para secar las gafas de sol-comenta y me empiezo a reír y veo cómo él también se pone las gafas sobre la cabeza y acto seguido, me coge de la mano bajo agua.



Dejé que los chorros me dejasen el cuerpo muy relajado, y tras salirme del jacuzzi, me fui a mi cuarto y me vestí para reunirme con los demás en el bufé. Cené un poco de gambas y un filete con una salsa de no sé dónde, pero estaba muy deliciosa. De postre, probé un trozo de tarta que habían preparado y que cómo no, estaba deliciosa. Sólo vi a Cat por la noche, ya que durante el desayuno no se había presentado y durante todo el día ha estado metida en su habitación. Qué raro, creo que no le gusta mucho esto de relacionarse con los demás.

Por la noche, llego a mi cuarto y me quito la ropa, poniéndome el pijama que nos ha dado el capitán como regalo de bienvenida. El pijama no es más que un pantalón corto gris que me llega por la mitad del muso y una camiseta que me queda grande, de rayas gruesas blancas y azules y que tiene un símbolo dorado en la parte del hombro derecho de una S con forma de serpiente. No sé por qué es ese símbolo.



6.-¿¿??

            Capítulo 1



Es triste ver el entierro de un familiar al que querías mucho y lo sigues queriendo. A esa gran persona que te ayudó en todo momento cuando tenías problemas. A esa persona que te apoyó en todo. Que te defendió. Que te cubría cuándo te metías en problemas. A esa gran persona que con ciertos comentarios te enfadaba, pero que luego recapacitabas y te hacías sentir especial y sonreías en mitad de un grupo de personas.

Pero es mucho más triste si el entierro es de tu propio padre.

Su nombre no caerá en el olvido como otros nombres de otros corredores han hecho. Fijaos en Willy. ¿Sabéis de quién hablo? Claro que no, no lo conocéis porque su nombre cayó en el olvido. Eso no pasará con el nombre de mi padre.

Alguien lo asesinó y pienso descubrirlo.

Si creéis que mi mundo se ha vuelto oscuro, entonces ahora se pondrá más oscuro aún cuando os diga de que, no han tenido suficiente con el asesinato de mi padre, porque ahora van tras mi hermano mayor. Os cuento.



Estamos en los años sesenta. Sí, 1963. Mi mundo se basa en las carreras de coches sobre una pista de cemento duro. Mi padre se metió en las carreras a los treinta años, tras perder a mi madre en un accidente. Quería olvidarse de todo a cerca de ella, no tener más dolor de ella con sólo oír el nombre de otra mujer que fuese igual que el de ella. Que no se le viniesen esos recuerdos duros. Yo era pequeña cuando murió, pero mi hermano mayor, Rodrick, tiene recuerdos vagos y con los comentarios que mi padre hacía unos años, ha ido acumulando más y antes se veía afectado.

Sí, antes. Ahora no desde que él también se metió en las carreras de coches. No corre cómo mi padre, pero ayuda a su equipo. A Rodrick le hacía mucha ilusión lo de correr, pero no podía porque no podían participar en las carreras ni hermanos, ni padre e hijo. Ahora sí, cuando mi padre ha muerto. No creáis que lo tengo fichado desde el principio una vez que mi padre murió. Rodrick comentaba mucho las ganas que tenía de correr una vez que mi padre ya no estuviese con nosotros. Pero él se parece demasiado a mi padre: la forma de mirar, la manera de andar... incluso la de pensar. Son como almas gemelas o algo así, y no parecen padre e hijo.

¿Yo? Sólo animo. A las mujeres no se le permiten participar en las carreras. Me coloco en un asiento que tengo reservado siempre y me dedico a observar y a animar a mi padre. Al menos, lo hacía. Ahora no.

Ahora voy a encontrar al asesino de mi padre cueste lo que cueste.



                        Empieza a llover y agacho la cabeza bajo el paraguas negro mientras dejo que las lágrimas bajen por mis mejillas y mi hermano mantenga su brazo sobre mis hombros y llora también la pérdida de mi padre. En este momento, están metiendo el ataúd de madera oscura en el hoyo bien cavado. Todos vestimos de negro, todos, excepto el cura, claro. La mayoría llora la muerte de mi padre bajo paraguas negros. Han venido todos los que veíamos conveniente: todos los familiares y grandes amigos de mi padre, tanto corredores como no.

“Ahora estarás tranquilo, sin que nadie te pueda hacer daño. Y sobre todo junto a mamá”, pienso y le echo una mirada a mi hermano, que tiene los ojos hinchados de tanto llorar y las mejillas rojas.

Cuando empiezan a echar la tierra sobre el ataúd, no puedo evitar que muchas más lágrimas broten, y rodeo a mi hermano por la cintura mientras oculto la cara sobre el pecho y él me rodea con su brazo libre la cintura y me aprieta.

            El funeral acaba a los pocos minutos, y mi hermano y yo, sin hablar con nadie y mirando poco al frente, nos dirigimos a casa, una pequeña mansión en los límites de la ciudad. No decimos nada durante el camino, y al llegar a casa, nuestro mayordomo Bruno, una gran persona fiel a mi padre y que no ha sido capaz de ir al funeral, coge nuestros abrigos negros y seguidamente, aviva el fuego de la chimenea del salón, donde Rodrick se encuentra sentado en un sofá y mira atentamente al fuego, y estando en su mundo. Yo me siento frente a él y observo su rostro.

Los ojos que siempre han tenido un color azul marino, ahora tienen un color azul muy claro y está algo pálido y se le ve como si no tuviese ganas de nada, parece más bien alguien disfrazado de zombie.

-Rodrick-le llamo bajito y él gira la cabeza hacia mí.-¿Quién crees que ha sido el asesino?-soy capaz de preguntar y veo cómo le tiembla el labio inferior, reprimiendo las lágrimas.

-Eso ahora da igual.

-No da igual-replico.

En ese momento entra Bruno con una bandeja.

-Con vuestro permiso, os traigo un poco de té para los dos. Ayudará a subir el ánimo. Al menos, eso decía mi madre siempre-comenta el mayordomo y deja la bandeja sobre la mesa de baja altura.-También he puesto vuestras galletas favoritas.

Acto seguido, se marcha inclinando un poco la cabeza. Cojo la taza, encojo las piernas colocándolas sobre el asiento del sofá y doy un sorbo. Me paso la lengua por los labios y vuelvo a preguntar.

-Rodrick, ¿ocuparás el lugar de papá?

Él asiente con la cabeza muy despacio, luego me mira tristemente y coge su taza y una galleta.

-¿No te preocupa que el asesino quiera también pagarla contigo?

-Eso da igual-vuelve a contestar.

-Seré tu hermana pequeña, pero mis comentarios y respuestas se tienen bastante en cuenta-digo algo enfadada y doy otro sorbo.-Para mí, esto no va a quedar igual. Rodrick, mataron a papá porque era bueno en las carreras, no bajaba del cuarto puesto, siempre quedaba en segundo o tercero incluso en primer puesto.

Él suspira. No parece enfadado, pero sí molesto e incómodo.

-Eres clavado a él. Nada más que te vean participar en varias carreras y ganes, irán detrás tuya.

-No sabes si se me darán bien las carreras o no-replica mirándome seriamente y observo que el color de sus ojos ha vuelto a ese azul intenso.

Dejo la taza sobre la bandeja y me siento junto a él.

-¿No recuerdas en aquel campo al que fuimos y que tú con tan sólo diez años le ganaste al amigo de papá que nos acompañaba? ¡Cogiste el coche de papá y lo tenías como copiloto!

-Han pasado de eso trece años-dice.-Ahora quizás sea peor conductor.

-O bueno. Buenísimo.

Suspira de nuevo.

-Desde que papá se metió en las carreras, hemos “vivido” de ello, y si no sigo sus pasos, nos podríamos arruinar. He de seguir sus pasos.

-No tienes por qué. Ahora tu cargo es esta casa porque eres el mayor. Ahora tienes el doble de responsabilidad-comento y miro hacia mi taza y sin apartar la mirada de ahí, le digo:-Sabes que me vas a tener para todo, y te apoyaré.

-Lo sé. Y te lo agradezco.

-Y si me pudiese meter en las carreras...

¡Claro! ¡Vaya idea se me ha metido en la cabeza!

–...Me apoyarías, lo sé-termina él.

Me pongo en pie, ilusionada, pero tan seria hacia mi hermano para que no sepa lo que me voy a traer entre manos.

-Pero quiero dejar claro, que esto para mí, ha sido como un puñal clavado en la espalda. Para los dos. Y que haré algo al respecto.

Él se pone en pie y hace una risa falsa y pone una sonrisa hacia un lado.

-Déjame adivinar... ¿Papeles, manifestaciones?

Arqueo una ceja.

-Ahora mismo, solamente me tienes a mí para ayudarte. Y no me cansaré de decírtelo: me tendrás para todo-y antes de que diga algo, salgo por la puerta, y mientras la cierro tras mí, musito:-pero haré algo al respecto. Por papá.



Libro intermedio: Diario de una nefilim Capítulo 1



            Esta noche, mis padres y mi hermana Airan están fuera de casa para ver un evento que ha celebrado una iglesia del pueblo. No es que no me guste ir, pero siendo cómo soy tengo dos motivos: hay gente de esa iglesia, que trabaja en ella que es capaz de reconocer a un no humano; después es que, no tengo ganas de ir tampoco. Me gusta relacionarme con los humanos; Delly ahora mismo es muy buena amiga mía que está en mi instituto. Parece que me conoce bien, pero no sabe en realidad cómo y quién soy. Tampoco es que me moleste mucho. A Ce y Celly les ocurre lo mismo. No las culpo, es una regla no saberlo del Reglamento para Nefilim (R.N.).

Cómo iba diciendo: sola en casa y ellos están tardando algo en venir. En pijama, salgo hacia el patio y despliego las alas.

Mis alas son de un blanco puro con las plumas del final de un tono celeste claro y son más pequeñas que un ángel. Cuando las despliego, me entra un alivio enorme el no tener que estar guardándolas siempre y una gran comodidad en la espalda.

Las empiezo a agitar suavemente, hasta que ya no toco el suelo y me marcho.



Ser nefilim tiene sus puntos buenos: puedes volar y tener algún que otro poder. Yo puedo levitar sin tener que usar las alas, pero tengo que relajarme mucho y si levito, no supero el metro del suelo. Ni el medio metro. Por eso, cuando mi maestro de gimnasia pide que nos relajemos tumbados en el suelo, soy incapaz, podrían darse cuenta de lo que soy. Me pondría en peligro. Además, tengo buen oído y puedo enterarme de cosas que están lejanas a mí.

Llego al acantilado que tanto me gusta y que está cerca de casa. Es una pradera que acaba en un precipicio de más de cuarenta metros de altura y acabados en rocas puntiagudas donde las olas del mar chocan con fuerza y salpican. Siempre me siento en el borde con las alas desplegadas, no va mucha gente a menudo.

La noche es nublada, pero rápidamente se vuelve despejada. Empieza a hacer viento y me cubro un poco con las alas, que me llegan por las rodillas, mientras que las de un ángel pueden llegar a rozar o tocar el suelo. Que yo sepa, no hay nadie de mi familia que sea como yo, me toca a mí ser nefilim por un antepasado que tuve y que no conozco. Si empiezo a hacer mi árbol genealógico, seguro que lo puedo conseguir. ¡Qué digo! Sería imposible saberlo.

Miro las estrellas que las nubes han dejado al descubierto y son...



Espera. ¿Qué es eso? Me pongo en pie y entrecierro los ojos, estirando las alas hacia atrás a modo de preparación para salir volando hacia un punto plateado que se mueve con rapidez hacia un pequeño islote que hay cerca del pueblo. Cojo carrerilla y pego un salto y agito las alas, pero oigo de lejos comentarios típicos de Airan y me quedo flotando en el aire, oyendo el suave meneo de mis alas y observando como el punto plateado se dirige hacia el islote.

Vuelo rápidamente hacia casa y me meto por el patio. Nada más pisar el suelo, pliego las alas. Cenamos rápidamente y me voy a la cama y me duermo.



A la mañana siguiente, me levanto con la proposición de esperar de nuevo en el acantilado a ver si aparece de nuevo ese punto plateado. Pero no. Hay que ir a clase.

Cruzo rápidamente el pasillo hacia mi clase y con un movimiento rápido esquivo una zancadilla que me pone un chaval. De verdad, ese chaval lo hace siempre, junto a las taquillas y esquivarlo para mí es como desayunar por la mañana. Espero apoyada en la pared viendo la cara de dormidos de mis compañeros de clase. Y llega mi buena amiga Delly con su sonrisa de siempre.

-Buenos días-me saluda y yo le pongo una sonrisa. Habla mucho, pero me mantiene entretenida siempre y me hace reír.

-¿Qué tal ayer? Bueno... el fin de semana.

“Bien, ayer observé un punto plateado en el cielo que se movía”, pienso.

-Bien.

Mientras hablamos (ella, que me empieza a contar qué ha hecho durante el sábado y el domingo) toca el timbre tan fuerte que siempre frunzo el ceño. Parecen que lo hacen a propósito, que toque súper fuerte para espabilar a los alumnos. Algunos se mueven rápidamente y, veo al chico que siempre pasa todos los días. No me gusta, pero siempre lo veo cruzar serio y con la cabeza gacha. A veces me pregunto si él se dará cuenta de que yo siempre estoy aquí por las mañanas y que le veo. Unas chicas de mi clase, se quedan siempre embobadas cuando pasa cerca de ellas: un chico rubio con flequillo y ojos grises con una piel bronceada, pero no llega a ser marrón. En su punto. A la hora del recreo, me propongo contarle a Delly lo que vi ayer, pero decírselo como si hubiera sido un sueño.

-Esta noche he tenido un sueño raro.

-¿Cuál?

-Estaba... no sé, en un lugar que no conocía y veía el cielo por la noche y observé un punto plateado moverse.

-Uno; es un sueño. Dos; ¿un alienígena?

-No, era un punto demasiado pequeño para ser un OVNI, de todos modos, da igual, es un sueño.

El resto de la mañana pasa tranquila y por la tarde, le digo a mi madre que voy a la biblioteca a hacer un trabajo que necesito para una clase, pero en realidad, voy al acantilado.


***
Muchos besos y gracias a todos!

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