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sábado, 11 de julio de 2015

Nueva aventura

               Hacía una mañana genial, magnífica, y como cada día, me levantaba de la cama y me iba a la gran ventana de mi habitación, retiraba las cortinas y abría las ventanas, dejando que el aroma del rocío matutino entrase en mi habitación, y yo respiraba aquello. Que sentaba bastante bien, por cierto.
Mi mayordomo, Darius, un hombre alto, de hombros anchos y bastante intimidante con una expresión siempre sombría, entra en mi habitación tras llamar a la puerta, con una bandeja plateada en la mano. Cuando mis familiares me visitan (muy pocas veces al año, dos o tres diría yo...) le temen, pero a mí no me parece como alguien aterrador, así que nunca los llego a comprender del todo.
- Buenos días, señor-me dice, y yo hago una leve reverencia con la cabeza, a modo de saludo.-Le traigo el desayuno.
Darius me deja el desayuno en la mesa de mi escritorio, ahora algo despejado porque él debió de entrar anoche en silencio y ordenarla, porque ayer antes de irme a dormir estaba llena de papeles, libros y dos o tres plumas. Mi canoso mayordomo se coloca al lado de la mesa donde había dejado la bandeja, la cual desprendía un aroma agradable a café recién hecho y a pan tostado.
- ¿Qué planes tiene para esta mañana?-me pregunta, colocando sus manos detrás de él e igual de recto que siempre.
- Pues...-comienzo a decir, acercándome a la silla del escritorio para sentarme y desayunar, apoyando la mano en el respaldo de esta y alzando la cabeza para mirar a sus ojos grises bastante penetrantes.-Ya sabe bien, lo de siempre. Tengo que terminar de descubrir el asunto del asesinato de aquella mujer.
- Señor, si me permite decirlo, lleva usted cerca de dos semanas sumido totalmente en ese caso. Le recomiendo que salga a tomar un poco el aire.
Resoplo con una leve sonrisa en mi rostro.
- Agradezco tu consejo, Darius. Pero esa familia confía en mí, y usted sabe perfectamente que si me doy ese paseo, no pararé de pensar en el caso.
- Claro-se limita a contestar, y con una breve reverencia se marcha de mi habitación, haciendo un golpe sordo al cerrar la puerta tras él.
               A las pocas horas, cerca de mediodía, diría yo, Darius vuelve a llamar a mi habitación y me saca del mundo donde había estado sumergido durante varias horas seguidas. Parecía tranquilo, pero al mirarle directamente a los ojos, sabía que era algo importante. Demasiado para tener que interrumpirme.
- ¿Qué ocurre?
- Un pedido...
- Estoy cansado de decir de que los pedidos te lo dejen a ti, o vengan en la hora determinada-le corto volviendo la cabeza hacia los papeles que tenía delante de mí.
- ...urgente-termina él.



               No tuve más remedio que ir al salón, que es donde atendía a los encargos que me hacían. Una vez dentro del salón, había dos siluetas tapadas con una capucha oscura, así que no pude ver su aspecto. Ambas son de gran altura, una igual de alta que Darius y la otra un poco más baja que mi mayordomo, pero más alta que su acompañante. ¿Serían a amigos? ¿Familiares? ¿O algo similar a la relación que tenemos Darius y yo?
Trago saliva, y con un gesto, les invito a que se sienten y yo lo hago también.
- Por favor, tomen asiento. Deben de saber que esto es algo especial, pues no debería de atender.
- Señor, hemos oído bastante bien de usted-dice uno de los dos encapuchados (el más alto), con una voz algo grave y sin tener en cuenta mis palabras.-Así que escúchenos y cumpla con su palabra.
Le echo un rápido vistazo a Darius, que frunce el ceño y ve que cierra un puño. Estas cosas a él le molestan, pero no tiene más remedio que aguantar. Es mejor que se aleje de aquí o saltará en cualquier momento.
- Darius, hazme un favor y tráenos algo. Deben de tener algo de apetito nuestras visitas.
- No se moleste, estamos bien-dice otra vez el mismo encapuchado, y yo resoplo y me echo hacia atrás, para relajarme en el sofá, pues ciertamente también me incomodaban.
- ¿Pueden quitarse al menos esas capuchas y pedirme lo que quieran? Tengo cosas que hacer y quiero dejar el misterio a un lado.
El encapuchado suelta una leve carcajada seca.
- El misterio no lo va a poder dejar a un lado, detective, pues va a ser imposible-contesta, y estoy a punto de decir algo, pero la persona continúa hablando.-Pero le contaremos lo que le vamos a pedir.
El otro encapuchado, se aclara la garganta y comienza a hablar, con un tono bastante sereno; su voz transmitía una especie de paz interminable, era una sensación extraña. Y algo suave, claramente de una mujer.
- Venimos a pedirle que encuentre a un ladrón.
- ¿Un ladrón? Escasamente me vienen personas a pedir que busque a un vulgar ladrón.
- Oh no, creo que se equivoca. Este ladrón es especial, además de que lo que nos ha quitado a mí y a mi... familia, es bastante importante. Algo existencial. Algo que necesitamos para vivir.
Observo a ambos encapuchados, mirando hacia abajo sin conseguir ver algo de sus rostros. Suspiro pesadamente.
- ¿Y qué es lo que les ha sido robado?-pregunto.
El encapuchado más alto, alza levemente la cabeza, y consigo ver algo similar a una sonrisa.
- Magia.

               No puedo evitar soltar unas pequeñas y breves carcajadas.
- ¿Perdona? ¿Ha dicho magia? Soy detective, no alguien que busquéis para un espectáculo-contesto entre risas.-¿Por qué no buscan a otro detective?
- Sólo puedes hacerlo tú-contesta la voz afeminada.-Oye, Anker, ¿por qué sigues escondiéndote y haciendo como que no sabes nada?-Miro al otro encapuchado, pero este se mantiene quieto y callado, y veo que su acompañante mira hacia Darius.-Se te ve... nervioso.
Miro a Darius, y veo que se muestra serio y quieto, como desde un principio.
- ¿Darius? ¿De qué hablan?
- Deja de llamarlo así, no es más que un sátiro bromista que ha cogido un nombre humano para convivir tranquilo.
Me pongo en pie, empezando a encontrarme bastante molesto, intranquilo y algo nervioso.
- ¡Ya está bien! ¡Déjense de bromas! ¿Quieren hacer el favor de mostrar vuestras caras y de hablar cosas sin sentidos?-exclamo, y mis nervios aumentan.
Ambas figuras se ponen en pie, y veo que Darius se pone algo nervioso. Hacía años que no veía a mi mayordomo así, algo tenía que ver para que actuase de esa manera.
Los encapuchados, retiran las capas y las ponen sobre el sofá donde se encontraban sentandos. Me asombro, atónito, a ver lo que tengo delante de mis ojos.  Una mujer, delgada y con la piel muy bronceada, y en vez de cabello tenía hojas, hojas que hacían la función del pelo, que llegaban al menos a su cintura. Iba vestida con un vestido bastante corto, sin mangas, hecho de ramas y hojas grandes. Sus rasgos faciales eran finos y suaves, y tenía unos ojos grandes y violetas, que destacaban bastante.
Su acompañante, de hombros anchos, corpulento y también algo intimidante resultaba ser una especie de humano, con unos pequeños cuernos que sobresalían a los lados de la cabeza, y un hocico similar al de un toro. Llevaba solamente un pantalón negro, y marcaba unos buenos músculos. Se veía que estaba en forma. Los rasgos de la cara eran similares a los de un toro, pero a la vez mezclados con los de un humano.
- Me llamo Agneta, y este de aquí es Alcander, mi amigo-se presenta la joven muchacha, y su acompañante hace una leve reverencia.
- ¿Qué... sois?-pregunto, asombrado, sin creer lo que estaba viendo. Debía de ser una broma, un mal sueño.
- Soy una dríada, y él un minotauro. O lo que queda de ser un minotauro.
- Por eso me olía a mí a toro-comenta Darius, y aquel desconocido sonríe, mostrando unos dientes rectos y con un tono amarillento.
- Tu... mayordomo, es un sátiro. Pero bueno, parece que ya se te ha acabado la magia, eh Anker-le dice de nuevo la mujer y mi mayordomo resopla. Mi cuerpo, de una extraña manera, deja de estar tenso y entro en un estado de relajación.-No somos unos bichos raros, no venimos buscando a gente a la que reclutar para algún espectáculo. Hemos venido para hablar de uno de los mejores detectives humanos que nos han recomendado, para que nos resuelva un caso, un robo. Llevamos días buscándole, querido detective, y no es para que ahora usted se niegue. ¿No es cierto que el cliente tiene la razón? Pues atienda.

               - Hemos venido desde mi lejos, y necesitamos su ayuda-comenta el amigo.
- No estamos de bromas cuando decíamos que alguien ha robado nuestra magia. Venimos de un mundo, un país, donde todos los seres mitológicos viven allí en paz. O eso pensábamos nosotros.
- La magia es algo que llevamos nosotros, allí hay magia en cualquier rincón, y sin ella apenas podemos vivir dos, tres semanas-continúa Alcander.-Mira a tu mayordomo. Lleva aquí tanto tiempo, sin magia alguna, que tú lo ves como un simple humano.
- Si es así, como decís, Darius, ¿cómo es que viniste al mundo de los humanos?
- ¡Eso no tiene que ver ahora!-exclama la voz suave de Agneta, cuando Darius iba a contestarme.-¡Cada minuto que pasamos aquí, vamos perdiendo magia, algunos incluso mueren! ¿Vas a ayudarnos o no?-pregunta, y sus ojos cobran un suave brillo.
Suspiro. Aquello no era más que otro pedido, algo más difícil, pero era algo que tenía que descubrir. Si aceptaba aquello, estaba claro que me metería en un mundo lleno de misterios, magia y seres de toda clase. Una aventura en todos sus sentidos. Aquella solicitud tenía una gran carga; si no lo soluciono, si no puedo traer de vuelta al ladrón que robó la magia a aquel país, muchos acabarían muertos. A la vez, me salían muchas más preguntas. Preguntas sobre Darius. Si aquellos seres morían sin magia, ¿cómo que mi mayordomo, que supustamente fue un sátiro en su tiempo, sigue vivo?
Agneta se aclara la garganta para llamar mi atención, y le observo.
- ¿Y bien?
Le echo un vistazo rápido a su acompañante, y otro a mi mayordomo, y vuelvo a poner los ojos sobre la mirada de aquella mujer.
- Está bien-asiento con la cabeza, aceptando su pedido.
La mujer sonríe ampliamente y gira la cabeza hacia su amigo, aún con la sonrisa. Cuando hace aquel movimiento, su pelo hace el sonido que hacen las hojas de los árboles cuando son mecidas por el viento, algo bastante agradable que escuchar.
- ¡Ha dicho que sí!-exclama.-Rápido, ya sabes lo que tienes que hacer. Tenemos que ir ante el rey para que sepa su respuesta.
Alcander asiente con la cabeza y se acerca a un mueble de madera antiguo, el cual tenía cristales en sus puertas y se podía ver una vajilla antigua, que conseguí en una apuesta hace unos años. El minotauro, o lo que era de él, como decía su amiga, coge el mueble sin ningún problema con sus fuertes brazos y lo echa hacia un lado, de manera brusca, haciendo que la vajilla de dentro y los cristales de la puerta se partiesen.
- ¡Oye!-le grito, por el trato que había tenido con el mueble.
Alcander no me echa cuenta y saca de uno de los bolsillos de su pantalón un pequeño frasco, que parece contener unos polvos de un tono brillante y reluciente, de un tono grisáceo, similar a la plata. Él dibuja un símbolo extraño en la pared, que consiste en círculo con más círculos dentro y algunas espirales, además de líneas, y en el centro, escribe algo en un lenguaje que no comprendo. El minotauro musita unas palabras y el trozo de pared empieza a brillar en la leve oscuridad del salón y me obligo a entrecerrar los ojos.
Veo de reojo a Agneta, que se mueve un poco, algo feliz, y la cual se gira hacia mi mayordomo.
- Eh, Anker, ¿echabas de menos ese símbolo?
Darius... o Anker, mira hacia otro sitio, sin responder.
- Listo-comenta el minotauro.-El portal ya está listo.
Agneta hace un gesto con la mano para que su compañero pase primero, el cual asiente y traspasa la pared, desapareciendo de mi salón. Acto seguido, me observa a mí.
- Te toca, yo iré tras de ti, y no es para hoy, eso se cerrará dentro de un minuto.
Me acerco al trozo de pared que brilla, ya menos que antes y miro hacia detrás, concretamente hacia mi mayordomo, que se acercaba a mí.
- ¿No vienes?
- Yo siempre iré a donde usted vaya-contesta.
En mi rostro se dibuja una sonrisa, miro hacia la pared y empiezo a introducir los brazos y luego las piernas, hasta que tengo todo el cuerpo dentro de aquel portal extraño.

Parece que toca empezar una aventura.

2 comentarios:

  1. Nerea, ¿de dónde sacas taaanta imaginación, tía? Lo digo en serio, las historias que te montas son la caña.

    No sé si esto sólo ha sido un pequeño relato misterioso o vas a seguir escribiéndolo para hacer otra historia fantástica más, pero me gustaría que fuera lo segundo.

    Ah, sólo un consejo, ya que me pediste hace poco que al leerlos, opinara. A lo mejor es sólo mi gusto, pero a mí siempre me ha gustado más escribir en pasado que en presente. Por ejemplo, en vez de decir, "me dice que coja la varita pero no lo hago caso", yo escribiría "me dijo que cojiera la varita pero no le hice caso". Aún así, está muy bien, pero estate atenta a los tiempos. Si vas a escribir en presente, cuidado de no despistarte y escribir alguno en un tiempo verbal diferente. La expresión es very important.

    Pero aún así, un relato fantástico, ¡sigue así! ¡Besos!

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    1. Jajajajajaja es una buena pregunta, este relato se me ocurrió ayer en la tarde, en un momento y no pude parar de escribir hasta que no puse el punto final.
      Y sí, bueno, ha sido un relato que en un principio no va a tener segunda parte ni nada. En un principio, claro. Hay mucha gente que me está pidiendo que siga con otro pequeño trozo así, pero ahora mismo no veo cómo montar una segunda parte, así que se quedará así, jejeje.
      Y bueno, respecto a lo de los tiempos, a veces me lío, pero no me paro a mirarlo porque tengo que escribirlo todo de golpe o se me olvida la idea, jajajaja. ¡Pero lo tendré en cuenta! ¡Gracias!

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