Capítulo 4
Ya dentro del aeropuerto, había mucha gente y nosotros estábamos buscando la cinta por donde pasan nuestras maletas.
-Allí está-dice mi padre señalando la larga cinta gris con el dedo.-El número cinco. No nos podemos poner en una parte de la cinta donde coja la curva.
-¿Por qué?-pregunto.
-Porque ahí es donde las maletas cogen un poco de velocidad. Nos tenemos que poner en una parte de la cinta done haya poca gente y que esté en línea recta.
-Pues eso va a ser difícil-digo en un susurro.
Nos colocamos en una parte de la cinta, pero los tres juntos no. Mi padre está cerca de la "salida" de las maletas, al lado de un niño más mayor que yo. Yo estaba en la "entrada" de las maletas, por si a mis padres se le escapaba una y mi madre, en otra parte, más o menos en el centro. Las maletas empiezan a salir. Pasan los minutos y no sale ninguna nuestra. Veo a mi padre y me hace un gesto con la mano, uno tranquilizador porque sabe que estoy nerviosa por la "desaparición" de nuestras maletas. Es que me imagino que las maletas se han perdido y es cuando nosotros estaremos en la ruina. Entonces, veo que ya salen varias nuestras, mi padre coge unas cuántas, pero poco a poco va fallando. Mi madre coge las que mi padre no ha podido coger. Yo sólo pude coger tres. Nos llevamos mucho rato cogiendo las maletas, normal llevábamos un montón.
-Mi jefe me dijo que para cuando llegásemos al aeropuerto, los muebles ya los tendríamos en nuestra nueva casa-nos dice con una sonrisa.
-Muy bien, ¿y ahora cómo llegamos?-pregunta mi madre
-Un taxi.
-¿Y sabes la dirección de la nueva casa?
-Que sí, mujer-dice mi padre y salimos del aeropuerto.
En la salida, cogemos un taxi que acababa de llegar. Mi madre y yo nos encargamos de meter las maletas en el maletero (menos mal, cabían todas) mientras que mi padre le preguntaba al taxista si nos podía llevar a nuestra casa. El taxista aceptó y nos dijo que subiésemos. Mi padre iba delante y mi madre y yo detrás. Nuestra casa estaba un poco lejos de New York, en un pueblo que no me acuerdo el nombre. Durante el camino, mi madre y yo estuvimos calladas, pero el taxista y mi padre estuvieron charlando de los deportes y cosas de hombres. Me gustaría haber hablado con ellos, pero no tenía muchas ganas. Tras una hora más o menos, llegamos a nuestra nueva casa. Pagamos al taxista y esté se negó a aceptar el dinero, se fijó en que éramos de otro lugar y dijo que no hacía falta. Le dimos las gracias y cuando se marchó, los tres nos giramos para ver nuestra nueva casa. Tenía la facha de color rojo oscuro y una puerta enorme. A ambos lado de la puerta había una ventana rectangular de cristal transparente. Entramos, mi padre tenía la llave. Cuando nos metimos en el interior de la casa, había un pasillo bastante ancho y largo que conducía a una escalera de caracol que subía al segundo piso. A la derecha habías dos puertas y a la izquierda, otras dos.
-Lo primero es terminar de rellenar un piso y después el otro.
-¡Vale!-decimos mi padre y yo a la vez.
-Y después, el piso de arriba. ¿Hay agua y luz?-pregunta mi madre.
-Claro que hay. ¡Ah! Hay quedarse prisa porque esta tarde puede que venga el fontanero y traiga las cosas (bidé, retrete, bañera, ducha...) para el cuarto de baño, la cocina y otras habitaciones. Como veis, hay interruptores de luz en cada habitación, el electricista ya nos la había puesto-explica mi padre.
-Mamá, tengo ganas de ver el piso de arriba, ¿puedo subir?-pregunto.
-Sube, pero rápido.
Subo corriendo la escalera de caracol de color negra que hay. El piso de arriba tiene un pasillo cuadrado que conduce a otras habitaciones, exactamente, tres. Me giro para bajar y al girarme, veo que el pasillo cuadrado tiene otro pasillo más estrecho en un lado. Sigo por ese pasillo y hay un grupo de escaleras, cuando voy a pisar el segundo escalón, mi madre me llama para ayudarla a desempaquetar las cosas.
Umm... ¿qué habrá allí? =0
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