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jueves, 8 de noviembre de 2012

Capítulo 24 (penúltimo cap.)

Hola! ;^;

Si, si. Hoy estoy triste porque... ¡ya casi se acaban los 68º Juegos del Hambre para el Distrito 6! D': Ya sólo queda este y el capítulo 25 :(


Pero bueno, no pasa nada porque sé que ha sido... mmm... magnífico publicarlo (?). Os aviso de que he creado una página llamada "Libros de Glimmer" (en este mismo blog) donde podéis conocer un poco los libros que he escrito y lo que estoy escribiendo ^^ Sin más, espero que os guste el capítulo 24 :')



Capítulo 24

Aún puedo ver la cara de ella cerrando los ojos... Un alivio, es que no la hayamos matado nosotros y por otro lado... Me tapo la cara con las manos. Increíble. Noto que se me humedecen los ojos y empiezo a llorar en silencio. Aunque no la conocía muy bien, ha sido ella, mi aliada, mi amiga, mi acompañante... Otra cosa por la que me arreglo es que, como Jasón y yo dijimos antes: la chica del Distrito 1 (una profesional) ha muerto hoy. Me pongo de pie y entro en la cueva con los dos cuencos en las manos. Veo que Jasón está asando los peces para comerlos y al verme entrar, me dice:
-Has tardado mucho, creí que...
-Katy a muerto-le corto.
-¿Qué?
-Katy ha muerto-repito. La segunda que apareció fue la de Katy. Jasón se queda mirándome, intentado asimilar que no puede ser cierto. Pero lo es. Miro hacia el fuego y él hace lo mismo.-Lo siento mucho...-susurro.-Sabía que no debió de haber roto la alianza con nosotros-digo mientras me siento junto a él, sin quitar la mirada del fuego. Ojalá alguna persona inteligente y decidida, elimine estos Juegos algún día.
-Por lo menos, no la hemos matado nosotros-dice.
-Eso me decía yo.
Nos quedamos callados tras unos minutos.
-También ha muerto la chica del 1. Quedan tres profesionales y nosotros dos-comento.
Tras varios minutos más, él se va animando poco a poco y empezamos a comernos los peces. Preparo el saco de dormir y nos metemos dentro de él, dejando el fuego encendido, aunque seguro que por la noche se irá apagando. Nos metemos en el saco de dormir y nos dormimos. A la mañana siguiente, me despierta algo. Me incorporo en el saco de dormir y veo que el fuego se ha apagado.
-Vamos de pesca.
Recojo el saco de dormir y abro un paquete de galletitas y le doy algunas y el resto para mí. Claro que repartí la mitad para cada uno, es lo justo. Nos la comemos en un momento, están blandas, eso se debe al tiempo que hace que el paquete está cerrado y del calor del bosque, pero aún así, tienen un buen sabor. 
-No apetece comer pescado por la mañana, ¿verdad?-me dice y se ríe.
Lo recogemos todo y nos ponemos en marcha hacia el lago helado.

Dejamos atrás la cueva. Hace frío, pero el cielo está despejado sin nubes y tiene tonos anaranjados y rosados, propios del amanecer. Estuvimos andando durante unos minutos y por fin vimos el brillo de la capa de hielo del lago helado. Mantuvimos el paso y miré el cielo, que ha pasado a tener un color celeste. No comentamos nada durante el camino y me pregunto si Jasón seguirá aún desanimado por la muerte de su compañera de Distrito. Ahora que caigo, yo soy lo único que tiene (creo...). Empiezo de nuevo a hacer una lista de los tributos vivos, pero es tan sencilla que me intento aprender sus nombres. Quedamos tres profesionales y nosotros dos. Somos: el chico del 1 es Luke, el chico del 2 es Héctor y la chica del 2 es Noel. Vale. De repente el suelo se sacude un poco y mi aliado y yo casi caemos al suelo. Jasón se coloca detrás mía y pone sus manos en mis hombros, agarrándome. Pongo las manos encima de las suyas. El terremoto cesa y nos incorporamos de nuevo. 
-Una avalancha-comento.-Pasó igual cuando bebimos la primera vez, cuando fui a por nieve.
-Parece que tiene una hora determinada para que pase-concluye.
-Unas horas-le corrijo.
Él asiente con la cabeza y seguimos la marcha. Al cabo de unos minutos más, llegamos al lago. Pongo las manos encima como la última vez, la capa es igual de fina. Jasón me pasa el tridente y hago varios agujeros en diferentes zonas del hielo. Le paso el tridente y empieza a pescar. Voy hacia otro agujero y cojo como puedo los peces con el cuchillo más largo que tengo. Jasón sigue pescando de manera entusiasmada. Al lado de él hay ya una montaña de peces y yo sólo he pescado tres. 
-Creo que valdrá-comenta.
-Menos mal, me sentía patética al ver los peces que has pescado y en comparación con los míos...-dijo con la vista baja.
Jasón empieza a reírse y yo sólo me limito a sonreír. Juntamos todos los peces y vemos los que tienen buen aspecto y los que no, los tiramos de nuevo al agua. Además, hay algunos que parecen enfermos. Cogemos los más jugosos y con un cuchillo cada uno, nos dedicamos a quitarles las cabezas y las aletas, dejando sólo el cuerpo y la cola. Claro que me tuvo que enseñar mi aliado a saber hacerlo bien. Al terminar, lo tiramos todo dentro del agua y nos limpiamos las manos en el lago. El agua está helada, siento un frío muy intenso nada más rozar la clara agua del lago. Al sacar las manos, veo que la sangre, al estar seca, no se ha quitado bien.

Tengo las manos un poco rojas por el frío del agua, pero no me importa. Jasón ha ido al bosque a buscar algunas hojas para cargar en ellas los peces y no tener el olor fuerte típico de los peces en nuestra ropa, sino, cualquiera que tenga buen olfato nos olería de inmediato. Correríamos peligro. Me siento en la nieve y me obligo a meter los cuchillos sucios que se han usado (para pescar y cortar) y quitarle la suciedad. Me gusta tener mis herramientas (o armas) limpias. Al terminar, quedo sentada en la nieve y al rato, oigo unos pasos que se acercan a mí. Me pongo en pie y saco dos cuchillos rápidamente, por si es algún profesional. A los pocos metros, veo a Jasón, que viene corriendo hacia mí con un par de hojas grandes en las manos. Llega junto a mí y se sienta en el suelo, jadeando.
-¿Valdrán?
-Claro-digo y empiezo a poner los peces sobre las hojas.
Al girarme pare coger la otra hoja, me fijo en que mi aliado ya no jadea, respira con su ritmo normal y tiene los ojos cerrados. Tengo que rodearle para alcanzar otra hoja y al pasar, me arrodillo junto a las hojas y le doy un beso en la mejilla, en muestra de agradecimiento por hacer todo lo que hace. Jasón se me queda mirando y le ayudo a ponerse en pie, cuando oímos una voz gritando:
-¡Eh, Noel! ¡Ya los tenemos!

1 comentario:

  1. Si te digo que te odio por dejarme así me crees? Jajaja Que mala nos dejas en tension!

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