Aquí os dejo un cap. de Diario de una Nefilim ^^
Capítulo 11
Aunque no manden nada para hacer por la
tarde, es un alivio descansar. Al terminar la última clase con Dan, Naty y yo
fuimos rápidas hacia la habitación donde Ce estaba tumbada en su cama, mirando
al techo.
-¿Cómo
estás?-preguntó Naty.
-Creo
que bien, aunque me arrepiento de haber venido. Me hubiera gustado quedarme en
casa.
-Creo
que si hablas con los 'maestros' pueden dejarte volver-le dije, intentando
animarla.
-¿Seguro?-me
encogí de hombros-además, no quiero dejaros solas.
-A
nosotras nos preocupas tú. Y esto sólo es el principio, ya te acostumbrarás.
Sólo te preparan para esa batalla.
Lo
último mío creo que la ayudó más y cuando se sintió mejor, se fue a dar una
vuelta a solas; Naty a la piscina y yo a dar otra vuelta.
Encuentro
una zona ajardinada con macetas sin plantar (llenas de tierra, claro) y unos
bancos de madera de un color marrón oscuro. El suelo es de piedra de un tono
azul pastel y en el centro hay una fuente con dos ángeles mirándose. Observo
como un chorro de agua sale de los pies de un ángel y cae hacia abajo. De
repente, me asombro, pues las macetas sin plantar ya tienen flores y no son ni
más ni menos que girasoles mirando hacia el sol. Mientras observo cómo van
apareciendo uno a uno los girasoles en cada maceta, una paloma blanca con una
fina cuerda verde rodeada alrededor del cuello se posa en el banco en el que
estoy sentada y entre las alas, lleva atada un trozo de folio enrollado.
Extiendo la mano hacia la paloma y cojo el rollo de papel y ésta se marcha
cuando lo tengo entre mis manos. Lo desenrollo despacio y lo extiendo. Letra
impresa. Una carta. No sé si me corresponde a mí, aunque la paloma haya venido
aquí. Quizás se haya confundido. Empiezo a leer, si no es mía, lo arrepentiré
en su momento.
Estimada
Doona:
Vale,
es para mí.
No recibimos noticias tuyas, tampoco
es que podamos porque Dan le dijo a tu padre que ahí no hay teléfono ni nada.
Te hemos enviado esta carta porque hemos hablado con los padres de Naty y nos
han dicho que ella también ha ido y está contigo, así que mira qué suerte. Te
echamos de menos, ahora tu padre y yo estamos solos porque otra amiga de Airan
se la ha llevado a su piso en una playa donde pasan los veranos y tu hermana
como siempre ilusionada se ha querido marchar. Así que tenemos el verano solo
para tu padre y para mí.
Pues eso, que te
echamos de menos, que por muy pesada (aunque tu hermana lo es más, que conste)
y cabezota que seas, te añoramos con tus comentarios que nos sacan una sonrisa
a los dos. Por una vez, quiero que acabe pronto el verano para tener de nuevo a
tu hermana y a ti entre los brazos y volver a veros. ¿No le podrías decir a Dan
que te traiga al menos un día? ¡Ese chico no se cansa de tenerte para él!
No tengo nada más
que contarte, al menos así contactamos un poco, si puedes escribe o algo para
saber cómo estás. A pesar de que quiero que estés de nuevo con nosotros, espero
que te lo estés pasando bien, cada día me levanto pensando en tu hermana y en
ti. Finalizo. Besos,
mamá y papá
(¡sobre todo mamá!)
No
puedo evitar que una o dos lágrimas me salgan y se resbalen por mi mejilla, y
tampoco puedo evitar de poner una sonrisa cuándo veo entre paréntesis y en
letra pequeña que sobre todo lo ha hecho mi madre. Me tiembla el labio inferior
al saber que quizás, sólo quizás, no vuelva a verla si acabo muerta en esta
batalla. Creo que sería mejor haberme quedado en casa y no haberle echado cuenta
a Dan. Pero tampoco es su culpa, él mismo dijo que no me obligaba; fui yo la
que quise venir.
-¿Por
qué lloras?-me pregunta una voz frente a mí.
Enrollo
de nuevo el papel y me seco las lágrimas, aunque creo que no me va a servir de
mucho, es Dan.
-Ah, la
carta-comenta y se sienta junto a mí.-No sé cómo llego después de las clases a
tu buzón, así que la saqué, no la leí y te la mandé en una paloma mensajera.
-Gracias,
supongo-le digo.
-Ahora
en serio, ¿y esas lágrimas?
-La
carta de mis padres me ha emocionado un poco-digo y se produce un silencio entre
los dos que pasa y a los segundos le digo:-¿Dan?-me mira con sus ojos grises y
sonríe.-Mis padres me han dicho que tienen ganas de verme cuando acabe el
verano. Pero tengo el miedo de que no lo hagan.
-¿A qué
te refieres?-pregunta frunciendo el ceño.
-A
acabar muerta.
A Dan
la cara se le pone pálida y no sabe si sonreír sin preocupación o irse, pero al
final sonríe. Con tristeza.
-No te
va ha ocurrir mientras yo esté aquí.
Frunzo
el ceño. Confío en él, pero hay veces que no y necesitaría que me lo
demostrase... de alguna forma.
-Pues,
demuéstramelo-le pido.
Dan
suspira y luego se mira las manos frunciendo el ceño.
-¿Crees
que no lo hago o no lo intento? ¿Crees que me siento no me siento incómodo y
que puedo verte así?-me espeta, mientras me coge los brazos por las muñecas y los agita
suavemente, refiriéndose a los moratones.-No le digo nada a Gabbe porque
podemos llegar a pelearnos y no soy de los que buscan pelea y además, no estos
días-suspira de nuevo, me suelta los brazos y mira al suelo. Respira hondo y me
clava sus ojos grises.-Además sé que puedes conseguirlo. Eres fuerte y valiente
y noble.
-No
olvides algo orgullosa en su momento-le comento y nos reímos por lo bajo.
-También.
Doona, sé que saldrás bien porque yo lo digo y porque tú puedes, aunque no te
veas capaz-dice y me da un beso en la frente atrayéndome hacia él.
Tiene
razón.
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